La segunda lectura del discurso de Francisco en la Jornada Mundial de la Juventud
La revolución que inició el papa Bergoglio está poniendo de rodillas al Vaticano
Francisco no solo fue a Río de Janeiro para darse el primer baño de multitudes: fue a contarle al mundo sus vivencias en el trono de San Pedro, a compartir sus ideas y a advertirle al Vaticano que su revolución marcha viento en popa.
En un encuentro con jóvenes argentinos celebrado en la catedral de San Sebastián, el 25 de julio en Río de Janeiro, el Sumo Pontífice de la Iglesia Católica dijo que él había sugerido la reunión para dirigirles unas palabras. Y lo primero que pidió fue que hubiera “lío”.
¿Cómo un Papa se atreve a pedir lío en momentos que el mundo atraviesa una crisis económica que ha dejado a millones de trabajadores desempleados, cuando nunca antes se habían registrado tantas migraciones de personas, cuando el fantasma de la hambruna asola a 1,200 millones de seres humanos y la corrupción acaba con las esperanzas de millones en los cinco Continentes?
El papa argentino fue un paso más allá de los problemas que agobian al Planeta. “Espero lío”, le dijo a los jóvenes. “Que acá adentro va a haber lío, va a haber. Que acá en Río va a haber lío, va a haber. Pero quiero lío en las diócesis, quiero que se salga afuera… Quiero que la Iglesia salga a la calle, quiero que nos defendamos de todo lo que sea mundanidad, de lo que sea instalación, de lo que sea comodidad, de lo que sea clericalismo, de lo que sea estar encerrados en nosotros mismos”, clamó.
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La filtración de Gabriele
Según el diario español El País, la detención de Gabriele dejó al descubierto una guerra de poder en la Santa Sede, y señaló que todo se traducía en una “historia llena de traición, malas artes, soldados del Altísimo que luchan por el poder con armas del demonio, un mayordomo ladrón, un Papa enfermo y un banco que usa el nombre de Dios en vano”.
No cabe duda que los escándalos motivaron la renuncia de Benedicto XVI y la convocatoria del Cónclave que eligió a Francisco. Y que la gravedad de los problemas es tal que, el papa argentino nombró a ocho cardenales de su confianza para iniciar una transformación histórica del Vaticano, un “lío” como el sugerido en Río para quitarle la “mundanidad” a la Iglesia.
Cuando el papa bajó del avión de Alitalia en el aeropuerto de Río de Janeiro, el lunes, detrás de él estaba el cardenal Tarcisio Bertone, el número dos del Vaticano, cuyo nombre es pieza clave en la madeja mostrada con las filtraciones de Gabriele.
El País señala que al Secretario de Estado lo acusan de una ambición desmedida, de relaciones peligrosas con los poderes fuertes italianos, incluso de dejarse influir por “ambientes masónicos”. Y añade que Benedicto XVI, en los últimos tiempos de su reinado, había observado con tristeza cómo el cardenal Bertone despidió y envió al exilio a algunos de sus colaboradores más queridos”.
Amenazas de muerte
En febrero del año pasado, tres meses antes de conocerse las filtraciones, el periódico italiano Il Fatto Quotidiano denunció la existencia de un plan para asesinar a Benedicto XVI en los siguientes 12 meses. La versión fue calificada como “delirio” y “locura” por parte del portavoz del Vaticano, Federico Lombardi.
“Existe un complot contra Benedicto XVI. Antes de 12 meses el papa morirá”, escribió Il Fatto Quotidiano.
El periódico señaló que el cardenal colombiano, Darío Castrillón Hoyos, entregó en enero de 2012 una carta a Benedicto XVI en la que le refirió una conversación que mantuvo con el arzobispo de Palermo, Sicilia, Paolo Romeo, según el cual el jefe de la Iglesia Católica enfrentaría un “serio riesgo” y podría ser víctima de un atentado en los próximos 12 meses.
La nota de prensa añadió que el documento fue escrito en idioma alemán y fue fechado el 30 de diciembre de 2011, aunque fue entregado a Benedicto XVI en enero de 2012.
La carta enviada al Papa en enero también hizo un análisis “preocupante” de profundas divisiones al interior de la Iglesia, en el que se vería enfrentado a Benedicto XVI con el secretario de Estado, cardenal Bertone, al que detestaría.
Il Fatto Quotidiano aseguró que el arzobispo Romeo tuvo la información sobre el plan para matar a Benedicto XVI durante un viaje a China en noviembre de 2011, y que los datos le fueron proporcionados por personas informadas de los hechos.
Apretando tuercas
Trece días después de la renuncia de Benedicto XVI el Cónclave eligió al cardenal Jorge Bergoglio, quien adoptó el nombre de Francisco en honor al santo de Asis. Tres meses más tarde, el papa argentino firmó un decreto que endurece las sanciones penales contra los abusos a menores en la Santa Sede y en la curia (el Gobierno del Vaticano), por lo tanto contra los delitos de pederastia y la prostitución de menores, según un comunicado del Vaticano.
Y también para combatir la criminalidad internacional, el blanqueo de dinero y el terrorismo.
A través de un "Motu Proprio" (documento papal), Francisco cambió parte del sistema penal vaticano adoptado en 1929 tras los Pactos Lateranenses con Italia que dieron vida al Estado de la Ciudad del Vaticano. La reforma afecta a todo el territorio del Vaticano y a los nuncios (embajadores) y al personal diplomático de la Santa Sede.
Entre las reformas destaca la introducción del delito de tortura y una mayor precisión sobre los delitos de trata de personas, prostitución, violencia sexual, pornografía infantil, posesión de material de pornografía infantil y abusos contra menores.
Francisco también incluyó en la normativa el delito contra la humanidad, el genocidio y el "apartheid", así como normas más duras contra la corrupción.
Vaya lío que hizo el Papa en el Vaticano dos semanas antes de viajar a Río de Janeiro.
“No se dejen excluir”
“Y exclusión de los jóvenes”, añadió. “El porcentaje que hay de jóvenes sin trabajo, sin empleo, es muy alto, y es una generación que no tiene la experiencia de la dignidad ganada por el trabajo. O sea, esta civilización nos ha llevado a excluir las dos puntas, que son el futuro nuestro. Entonces, los jóvenes: tienen que salir, tienen que hacerse valer; los jóvenes tienen que salir a luchar por los valores, a luchar por esos valores; y los viejos abran la boca, los ancianos abran la boca y enséñennos; transmítannos la sabiduría de los pueblos”.
“En el pueblo argentino, yo se los pido de corazón a los ancianos: no claudiquen de ser la reserva cultural de nuestro pueblo que trasmite la justicia, que trasmite la historia, que trasmite los valores, que trasmite la memoria del pueblo. Y ustedes, por favor, no se metan contra los viejos; déjenlos hablar, escúchenlos, y lleven adelante. Pero sepan, sepan que, en este momento, ustedes, los jóvenes, y los ancianos, están condenados al mismo destino: exclusión; no se dejen excluir. ¿Está claro? Por eso, creo que tienen que trabajar”.
La Cruz que pide Francisco abrazar no está exenta de espinas. El primer papa sudamericano en la historia “no se anda con medias tintas” como dicen los ancianos chilenos, sino que ha tomado el toro por los cuernos y está torciendo el timón de la Iglesia Católica para llevar el barco hacia aguas menos turbulentas y pueda contagiar nuevamente una fe que se está perdiendo entre tanto abuso, silencio, inacción y corrupción.
“La Cruz sigue siendo escándalo”, dijo el papa Bergoglio en Río de Janeiro, “pero es el único camino seguro”. Y agregó: “hay licuado de naranja, hay licuado de manzana, hay licuado de banana, pero, por favor, no tomen licuado de fe. La fe es entera, no se licua. Es la fe en Jesús. Es la fe en el Hijo de Dios hecho hombre, que me amó y murió por mí”.