Incluso en las mejores familias, la juventud es un período difícil, en especial durante los años de la adolescencia. Muchos jóvenes manifiestan que se sienten presionados de varias maneras: a tener relaciones sexuales, a estar delgados, a usar ropa de marca, a practicar ciertos deportes, a elegir determinadas carreras académicas, etc.

Las llamadas drogas sintéticas o de diseño, conforman un grupo de sustancias que se elaboran en laboratorios clandestinos. Sus efectos en el cerebro son similares a otras drogas conocidas, pero a diferencia de éstos se modifica su estructura química original.

Los medios de comunicación y las redes sociales ejercen una poderosa influencia en nuestras vidas. Vivimos conectados a los mensajes procedentes de la prensa, radio, televisión, Internet…, cuyos contenidos promovemos a través de redes como Twitter, Facebook, Instagram, etc. En este entramado social de comunicación multimedia los adolescentes son los destinatarios potenciales por excelencia y, como consecuencia, los más vulnerables e influenciables. La adolescencia es esa etapa tan compleja de la vida en la que el niño/a deja de serlo para emprender un viaje por el camino de la madurez que lo llevará hasta la adultez. En este proceso de crecimiento físico, psicológico, emocional, moral, etc. hacia la edad adulta, el adolescente “lucha” por construir su propia identidad y escala de valores, y lo hace mirándose en el espejo de su grupo de iguales y de los medios de comunicación social. La familia, en este sentido, a veces pasa a un segundo o tercer plano para el teenager porque considera (erróneamente) que el cometido de sus padres consiste en cuestionar y controlar todo lo que él hace. Y este es un tema que preocupa realmente a los papás y las mamás que ven como, poco a poco, la comunicación con sus hijos se va complicando a medida que sus chicos exigen más independencia y libertad, se vuelven celosos de su intimidad y cuestionan las normas como acto de rebeldía. En esta etapa de la vida en la que los adolescentes tienen una gran necesidad de ser aceptados por su grupo de iguales, los chicos y las chicas que tienen una baja autoestima y falta de confianza en sí mismos, se dejan llevar por los mensajes erróneos que transmiten los amigos, la publicidad, los programas de televisión y las redes sociales en general. El teenager comienza entonces una “competición” estresante cuyo objetivo a conseguir consiste en ajustarse a los estándares sociales imperantes para lograr sentirse aceptado por los demás: “Tienes que ser popular para llegar a ser alguien”. Muchos adolescentes admiran en silencio a ese amigo que por alguna razón siempre logra captar la atención de los demás. Es entonces cuando comienzan a cuestionarse la propia valía y a preguntarse si tienen realmente algo destacable y digno de alabar por los demás. “Eres cool si llevas ropa y complementos de marca”. Esta creencia les lleva a exigir a sus padres que les compren ropa de firma para sentirse integrados en su grupo. “Tu imagen es tu única carta de presentación”. Por desgracia muchos teens piensan que esto es la clave de una vida exitosa y feliz porque creen lo que se vende en televisión. Es entonces cuando comienzan con las dietas, el ejercicio físico sin moderación, su incursión en la cirugía, etc. en su afán por ajustarse a los estereotipos que ven a diario. “Vivir implica postear cada momento de tu día a día a través de las redes sociales”. Si los adolescentes no comparten sus innumerables selfies, sus compras, lo que comen, sus regalos, etc. con el mundo y obtienen un número aceptable de likes les queda una sensación de vacío e insatisfacción que les irrita. “Cuantos más contactos tengas en tus redes, más amigos tienes”. A muchos chicos no les llega a importar si no conocen a la mayoría de sus contactos. La cuestión es tener en su red cuantos más mejor porque para ellos eso significa ser popular. En este sentido, los teens que tienen pocos contactos se sienten frustrados. Estas falsas creencias acaban sumiendo al adolescente en un estado permanente de ansiedad que repercute negativamente en su autoestima. Ante esta situación, ¿cómo pueden los padres ayudar a sus hijos? Haciéndoles ver que son únicos y que han de quererse tal como son. Escuchando sus problemas y apoyándolos en todo momento. Concienciándolos de que no todo lo que ven en los medios se ajusta a la realidad. Moderando el tiempo que navegan por sus redes sociales y enseñándoles a hacer un uso responsable de ellas. Enseñándoles que el éxito consiste en lograr cumplir los sueños siguiendo el camino de la constancia, el esfuerzo personal, el cultivo de las aptitudes y siempre manteniendo una buena actitud. La imagen no lo es todo. Enséñale a tu hijo que lo verdaderamente importante es su calidad humana y su escala de valores: la generosidad, la honestidad, la honradez, la responsabilidad, la justicia, la solidaridad, etc. Enseñándoles que los verdaderos amigos son aquellos con los que comparten sus penas y alegrías, respetan siempre sus opiniones aunque no las compartan, no les exigen ser de una forma u otra sino que lo aceptan tal como es y lo ayudan a crecer como persona. ¿Eres padre o madre de un hijo adolescente? ¿Qué consejos le das para que no se deje influir por los medios sociales? Cuéntanoslo.

Muchos adolescentes lidian con niveles de estrés tan altos como los de los adultos, en especial durante el año escolar

Los adolescentes tienen conductas que muchas veces nosotras como madres no logramos comprender. Debes saber que muchas de sus reacciones son comunes, dado que otros chicos de su edad también las expresan y que las causas que las ocasionan suelen ser las mismas. Hoy entraremos un poquito más en detalle acerca de este tema y te explicaremos qué hacer si tu hijo se agrede a sí mismo.

“¡Mis padres no me comprenden porque no me escuchan!”, es uno de los reclamos más comunes de los adolescentes en la consulta psicológica. Y a esto los padres responden, “¡Pues, por supuesto que te escuchamos!” Y tal vez ambas partes tengan algo de razón.