Hemos sido testigos en todos estos meses de muchas investigaciones que se han dedicado a destacar los beneficios del Té Verde para nuestro organismo. El Mal de Parkinson y el Cáncer de Pecho, el Cáncer de Cólon y hasta el insomnio se han topado con una barrera de resistencia en el Té Verde, una infusión que parece fortalecerse investigación tras investigación.

Hubo una época en mi vida que duró más o menos unos tres años y que afortunadamente finalizó en el 2006, en la que el insomnio tenía consumidas mis noches en grado alarmante. Obviamente en una situación como esa lo probé todo, desde remedios caseros hasta curas un tanto extravagantes (recuerdo una con una manzana que había que dejarla pudrir en el balcón de la casa de uno, o algo así).

Al margen de la polémica teórico-científica que la contraposición del enfoque psicológico freudiano y el cognitivo-conductual pueda suscitar, en este artículo he pensado tomar una de estas dos corrientes psicológicas (la segunda) para conectarla con un problema bastante cotidiano en el ser humano de hoy: el insomnio.

Si es que padeces insomnio, sabrás lo molesto que puede resultar el pasar esas interminables noches en vela para luego comenzar un día completamente destruido y con los ojos hinchados de sueño y revestidos de venas rojizas que simulan un incendio cerebral.

Los trastornos vinculados al sueño se ven en todas partes. En lo personal suelo tener períodos, algunos en los que duermo bien y profundamente, pero otros en los que el insomnio se apodera de mí haciéndome pasar tres horas en la cama dando vueltas hasta volver a dormirme. Y probablemente a ti que estás leyendo esto te ocurra a veces algo similar.

No quedan dudas de que el insomnio es uno de los males más recurrentes entre la población de este siglo XXI. Es que ocurre que muchas veces las exigencias de la vida cotidiana hacen imposible el evitar el insomnio, pues éste está causado en muchos casos por los malos hábitos que adquirimos día a día.