Los bombardeos comenzaron poco después de que Trump anunciara la retirada de tropas estadounidenses del área, las cuales lucharon junto a los kurdos contra el autodenominado grupo Estado Islámico. La decisión del mandatario ha sido fuertemente criticada, incluso por republicanos aliados al presidente. El gobernante de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, asegura que el operativo continuará.

El precandidato demócrata sostuvo que el mandatario “salió como ningún otro presidente que yo conozca” y amenazó con retener la ayuda militar estadounidense a cambio de una investigación en contra de él y su familia. “Eso es un delito impugnable si es cierto”, destacó.

Volodymyr Zelensky asegura que fue hasta después de la controvertida llamada con su homólogo estadounidense que supo que ese país retenía millones de dólares en ayuda. Mientras tanto, Trump ahora pone en duda la existencia de un informante, y dice que las denuncias podrían venir de una fuente anónima que trabaja para los demócratas en el Congreso.

El gobierno turco considera que los kurdos también son extremistas, y dice que su intención es librar el norte de Siria para que quienes han dejado ese lugar a causa de la guerra puedan volver. Sin embargo, la ofensiva ya alcanza a civiles y eleva la tensión a nivel mundial.

Los propios miembros del partido del presidente, incluyendo prominentes figuras como Nikki Haley o Lindsey Graham, se preguntan cómo es posible que se le está dando la espalda a los kurdos, que han ayudado a contrarrestar a ISIS, y que quedan vulnerables a una campaña militar altamente desigual.

"Si Turquía hace algo que yo, en mi gran e incomparable sabiduría, considero que está fuera de los límites, destruiré y arrasaré totalmente la economía de Turquía", señaló Trump en un tuit para advertir a Ankara sobre las consecuencias de atacar a los aliados kurdos en la región.