María Isabel Capiello

El foco no sólo estuvo en la pandemia. El presidente hizo referencia a problemas de larga data e igual de apremiantes que el coronavirus.

A diferencia de su predecesor, el presidente demócrata ha hecho promesas calculadas que ha logrado superar con creces. Los datos no mienten: a la fecha, más de la mitad de los estadounidenses se han vacunado y hay dosis disponibles para todos.

Se ha pintado como la salida gloriosa a la pandemia, pero puede que hayamos llegado a un punto en el que sea inalcanzable. Por suerte, la normalidad no necesariamente depende de ella.

El racismo sistémico mata a gran escala en el país. Y no siempre de forma tan evidente como a George Floyd, quien murió en manos del exagente Derek Chauvin, que esta semana fue declarado culpable. A la pandemia se le suma otra crisis igual de letal y también difícil de atacar.

El presidente Joe Biden ordenó a los estados que para el 1 de mayo permitan a cualquier adulto recibir la vacuna. Pero hay quienes no están dispuestos a esperar y recurren a ‘caminos verdes’ para obtenerla, muchas veces justificando su decisión con ciertos argumentos.

Para los expertos, las muertes por armas de fuego son un asunto médico, no político. Por eso consideran que hay que atacarlo bajo los mismos principios que se han aplicado al covid-19 o cualquier otra amenaza a la salud, con un enfoque netamente basado en la evidencia científica.