Ya lo dijo Mahatma Gandhi: «Ojo por ojo y el mundo acabará ciego». Deberíamos tener esta premisa presente en cada momento de nuestras vidas.

El Estado Islámico generó terror en Bagdad cuando un coche bomba explotó cerca de una heladería. El hecho ocurrió en las horas de la tarde noche, luego de que los musulmanes abandonaran el ayuno del Ramadán y se dirigieran a los restaurantes, pubs y heladerías para cenar con sus familias.

La toxina botulínica es uno de los venenos más poderosos que existen y ha sido utilizado en ataques terroristas, pero también tiene aplicaciones cosméticas al ser el ingrediente activo de una popular inyección contra las arrugas.

El MI5, servicio de inteligencia británica, decidió autorevisar la forma de actuar luego de recibir advertencias por presuntos terroristas. ¿Por qué? Porque ellos mismos habían recibido tres alertas previas de Salman Abedi, el terrorista que se suicidó y mató a otras 21 personas en el concierto de Ariana Grande.

Estaba en mi casa, frente a la computadora, cuando me llegó un mensaje: «¿Viste lo de la explosión?». No tenía ni idea de qué me estaban hablando, pero prendí la tele y busqué en los portales de noticias de qué explosión hablaba mi amiga. Era verdad: durante un concierto de Ariana Grande había habido una explosión que había dejado 22 muertos y que, desde el comienzo, se había sospechado que se trataba de un atentado terrorista.

El Mi5, la agencia británica de inteligencia, abrió una investigación para determinar las razones por las que no se actuó antes para detener a Salman Abedi, el suicida que causó 22 muertes hace una semana, si varias personas habían advertido sobre su peligrosidad.