En algún momento u otro de nuestras vidas, todos somos vulnerables al estrés. El trabajo, las tareas de la casa, las preocupaciones del día a día... todo va sumando hasta que terminamos por explotar.

Hay una línea muy delgada entre trabajar duro y ser un adicto al trabajo. Mientras que quienes trabajan duro se centran en dar lo mejor en una tarea particular y terminarla dentro de un marco de tiempo, los workaholics no pueden parar de trabajar incluso si la tarea ya está completa.

Las personas a tu alrededor desempeñan un papel importante en tu vida. Influyen en tu comportamiento y actitud, y también afectan tu estado de ánimo. Por lo tanto, es necesario ser exigente con el tipo de personas que te rodean.

Existen días en que el estrés se apodera de nosotros y no permite que seamos productivos. Es posible que estemos preocupados por asuntos personales o apenas exista tiempo para realizar una tarea asignada por nuestro jefe.

Muy fáciles de poner en práctica

El trabajo puede ser una verdadera liberación cuando nos gusta lo que hacemos y nuestras expectativas están cubiertas. Pero, ¿qué ocurre cuando esto no es así? Hoy te hablamos de algunos indicios que se dan cuanto tu trabajo no es realmente lo que deseas. Deberías ser capaz de detectarlos a tiempo para reorientar tu vida laboral.