A todas nos pasó que en medio de un día caótico en el que pensábamos que ya todo estaba al revés, apareció algo, un simple hecho que por más pequeño que fuera nos cambió el día. Estamos convencidas de que son las pequeñas cosas las que logran grandes cambios en nuestra rutina. Levantar el ánimo a alguna amiga que no está pasando su mejor momento, ayudar a un familiar o simplemente sacarle una sonrisa a un desconocido.

Como vemos el mundo influye generalmente en cómo nos enfrentamos a él y en cómo aceptamos las cosas que nos suceden.

Placer. Nuestra cultura ofrece a cada paso entretenimiento y acceso a experiencias de todo tipo. Sin embargo, parece que muchos de nosotros no tenemos habilidad para experimentar el placer, y en su lugar a menudo nos cuidamos de hacerlo. Disfrutar del placer en la vida está directamente relacionado con nuestra felicidad, por lo que la tarea de volver a aprender lo que nos da placer, y cómo experimentarlo profundamente, es imprescindible si queremos realmente experimentar más felicidad.

Dicen que la felicidad no se puede comprar. ¡Pero parece que el dicho puede estar equivocado! Este descubrimiento quizás cambie tu forma de ver la felicidad para siempre: quizás lo que te falta para ser feliz está en el supermercado, y todo lo que tienes que hacer para conseguirlo es agregar estas cosas en tus próximas compras.

¿Te han dicho que eres como una primavera? ¿O que siempre traes la nube arriba de ti? Pues quienes te lo dicen, además de que son muy creativos, tienen algo de razón…

"La vida no es más que un tejido de hábitos", escribió una vez el poeta Henri Frédéric Amiel. Y si pensamos sobre esta frase por algunos momentos, descubriremos que Henri estaba en lo cierto. Nuestros hábitos nos definen: a ellos les dedicamos la mayor parte de nuestros días y son los que determinan muchas de nuestras elecciones. Por ello, debemos prestarles atención.