Algo que seguramente se preguntaron todos aquellos que vieron The Purge fue ¿por qué la película se limitaba únicamente a una casa?, habiendo tanta violencia ahí afuera. No siempre una película más grande y más brutal que su predecesora significa que sea buena, pero The Purge: Anarchy es la excepción, ya que finalmente amplía el panorama y muestra que, aunque sea un caos anárquico, siempre va a haber un orden establecido que derrotar.

El pasado fin de semana se lanzó en los Estados Unidos el documental Life Itself, centrado en la vida del que fue tal vez el crítico más conocido, respetado e influyente de ese país por los últimos 40 años: Roger Ebert.

Es satisfactorio para el espectador cuando una película de horror sorprende, ya que nos sentimos bien cuando encontramos algo en ella que la separa del resto dentro de las de su género, al no repetir la trama y los clichés del género hasta el cansancio. Eso es lo que hizo de Sinister un gran éxito, y el motivo por el cual Deliver Us From Evil irrita más de lo que debería. Ambas fueron dirigidas por Scott Derrickson, pero una es destacable, mientras que este nuevo estreno es un ejercicio para encontrar pésimos guionistas.

Aunque esta no sea la opinión que tienen la mayoría de los críticos, y definitivamente para nada bienvenida entre los espectadores más elitistas, Michael Bay no es un mal director. Es más, es el único que puede hacer de las escenas de acción un espectáculo visual que refuerza aquellas secuencias “pacíficas” que se ven a lo largo de sus films. Sin embargo, esto no está presente en Transformers: Age of Extinction (o Transformers 4), una prueba de que a veces es mejor pasarle el mando a otra persona.

Si por algo va a pasar a la historia de la cinematografía A Million Ways to Die in the West va a ser por engrosar un subgénero muy poco transitado, y con dispar suerte: el western cómico. Sin dudas Blazzing Sadles del genial Mel Brooks ocupa el primer lugar casi como iniciador y mayor exponente de este cruce de géneros. Y Back to the Future III (que homenajea bastante en esta película) sea el otro gran exponente.

Cuando los primeros avances de Maleficent sólo mostraron qué bonito se veía el paisaje (evocando otro caos de Walt Disney Pictures, Alice In Wonderland), teníamos que haberlo pensado dos veces antes de comprar nuestra entrada para ir al cine, ya que el film es efectivamente eso: un bello entorno muy computarizado, pero casualmente no tan robótico como el guión.