Es satisfactorio para el espectador cuando una película de horror sorprende, ya que nos sentimos bien cuando encontramos algo en ella que la separa del resto dentro de las de su género, al no repetir la trama y los clichés del género hasta el cansancio. Eso es lo que hizo de Sinister un gran éxito, y el motivo por el cual Deliver Us From Evil irrita más de lo que debería. Ambas fueron dirigidas por Scott Derrickson, pero una es destacable, mientras que este nuevo estreno es un ejercicio para encontrar pésimos guionistas.
Deliver Us From Evil: festival de clichés [Crítica]

Prisión creativa
Es importante destacar que la mayoría de los errores que hacen de Deliver Us From Evil semejante brutalidad cinematográfica provienen de su libreto, porque las performances definitivamente están por sobre encima de éste y, como si fuera poco, en más de una ocasión hasta da lástima que los involucrados estén, pues, involucrados. Édgar Ramírez es la víctima principal de los terribles escritores, y Sean Harris está estancado en personajes ridículos desde Prometheus.
Aunque éstos sean los principales damnificados, eso no significa que roles como el de nuestro protagonista Sarchie ( Eric Bana) se salven, y más cuando este detective cumple cada cliché de las películas de policías, desde el compañero de equipo que habla en frases dignas de un show de los ’80 ( Joel McHale), hasta la familia relegada a un segundo plano liderada por una esposa que “no lo siente allí” ( Olivia Munn, cuya falta de talento actoral es perfecta para tan limitado rol). Sarchie sale de ese mundo y se mete directo en los clichés de los films de exorcismos.

El demonio de lo mediocre
Ese lado del film es en donde aparece Mendoza (Ramírez), un sacerdote que, ¡oh sorpresa!, se comporta de una manera muy poco religiosa, con la excepción de los cánticos en latín que emite durante los exorcismos y la represión sexual. Lo más hilarante de todo es que éste es un personaje construido específicamente para el film, que está basado en la historia “real” de un policía convertido en demonólogo, y sin embargo no pudieron intentar darle trazos humanos.
Derrickson, que esperemos no repita esto en Doctor Strange, usa en demasía la música para hacernos notar que viene un momento de alta acción, tiende a ralentizar las escenas por motivos inexplicables y, si aún no llegaron a un punto límite con la sobre-utilización del infrarrojo en el cine, con esta película estallarán seguro. Este es uno de esos films que están hechos para ver y sorprenderse de lo terribles que son, una especie de The Room pero sin lo legendario.

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