Basada en el libro homónimo del escritor alemán Markus Zuzak, The Book Thief (La Ladrona de Libros, en español) ha despertado gran interés, sobre todo entre el público adolescente por los temas que trata.
Crítica: La Ladrona de Libros

Dirigida por Brian Percival, protagonizada por Sophie Nélisse, una joven promesa del cine juvenil, en el papel de Liesel Mamminger, Geoffrey Rush, (galardonado a mejor actor por Shine) como Hans y Emily Watson como Rosa, padre y madre adoptivos de una familia obrera alemana a donde llegará Liesel.
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La muerte, contadora de historias
La estructura de la narración es bastante original, puesto que no es ninguno de los protagonistas quien ha de contar la historia, lo que determina una especie de punto de vista neutro, desde donde los espectadores tenemos la perspectiva de los hechos.
El ángel de la muerte da inicio a esta historia en 1938, en pleno apogeo del Tercer Reich de Adolf Hitler. El hermano menor de Liesel muere durante el viaje, luego la hostilidad inicial de su nueva madre, Rosa, y la afabilidad y ternura de su nuevo padre, Hans, le muestran a la niña la dualidad del alma humana.
Literatura como rebelión interior
Hans cultiva aun más el amor de Liesel por los libros como forma de rebelión interna contra la opresión y crueldad del mundo externo. Desde el inicio, el símbolo del libro inicialmente como objeto muerto, se convertirá en leit motiv de la historia.
Liesel aprenderá poco a poco a leer de la mano de Hans. Alemania se rinde a la piel de oveja del lobo Nazi, mientras Liesel descubre la libertad interior de la lectura. La esposa de un prominente miembro del Partido Nazi, invita a Liesel a conocer la biblioteca y le permite entonces a la niña escoger un libro distinto cada vez que vaya.

Una historia de autoaprendizaje
Llega entonces al hogar un joven judío que la familia ocultará en el sótano. El libro toma el carácter de vínculo de hermandad entre los dos. Los fantasmas de la muerte y la guerra, pugnan por aniquilar el mundo interior que Liesel alimenta tomando los libros a hurtadillas de aquella majestuosa biblioteca.
La escena donde Liesel rescata un libro de la quema en la plaza del pueblo, es de gran significado simbólico, prefigurando el final trágico que reconcilia la literatura con el cine en una inteligente trama que deja el gusto de haber visto una película entretenida.

La Ladrona de Libros es una historia literaria y bien contada, pero sobre todo, una historia que anima a los más jóvenes a encontrar en la lectura ese mundo interior por descubrir. Cabe destacar la gran ambientación histórica y la buena actuación de Geoffrey Rush. Vale la pena.









