Crítica de Need for Speed: Aceleración mediocre

El subgénero de las películas relacionadas a los autos de carrera, corridas clandestinas y otros aparatosos libretos que generalmente tienen muy poco sentido, casi se ha convertido en una manera instantánea de desacreditar un film, posiblemente porque sólo apunta a un público muy reducido. Con la nueva Need for Speed, adaptada del popular videojuego, se intentó cambiar algo del estereotipo, pero sólo llega a ser eso: una transformación mediocre.

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Adaptación pinchada

Si las Rápido y Furioso les parecían ridículas, quizás lo más conveniente sea que se alejen de esta extraña adaptación, en donde no sólo encontramos una enorme cantidad de coches extravagantes que caracterizan al género, sino que además los personajes se ven involucrados en explosiones, mágicas huidas de la Policía y, para subir el dial a 11, uno de los protagonistas roba un helicóptero. No faltan los ingredientes cursis, como el emotivo funeral o la creencia de que Internet es mágico, y varios personajes pueden ser reemplazados por sillones sin que nadie note la diferencia.

La mayoría de estas fallas yacen en el guión, que se extiende por mucho más tiempo del que alguien alguna vez pasó jugando al Need for Speed, con 130 minutos que fácilmente podrían haberse reducido a 85 como máximo. Si creen que las situaciones son ridículas, esperen a oír los diálogos que, aunque normales para un film de carreras, podrían haber sido mejores y así realmente romper con el canon.

Imagen DreamWorks Pictures

A toda marcha

De todos modos, hay varias cosas realmente destacables de la producción, aquello que realmente nos muestra que quisieron salir un poco de esa trillada estructura. La inclusión de una especie de narrador ( Michael Keaton) es muy interesante, y más porque éste con sus expresiones y actitudes realmente nos vende lo que está contando. Por supuesto que el trabajo de stunts y carreras de coche es magnífico, y posiblemente uno de los mejores del cine actual (no es coincidencia que se haga una referencia a Bullitt dentro del film).

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A aquellos que deseen ver esto en toda su gloria, les recomendamos que no tomen la ruta del 3D porque sólo logra confundir, además de no ser muy necesario. Otra cosa que remarcamos es que observen la performance de Aaron Paul, que es tan sincera y poco ostentosa, que en más de una ocasión se encontrarán olvidando que es un actor y, también, que están viendo una película. A pesar de sus fallas, Need for Speed es un film decente, pero que necesita sus buenos arreglos para cumplir sus ambiciones.

Imagen DreamWorks Pictures

¿Vieron Need for Speed? ¿Qué les pareció la película?