Pocas veces se le confiere a la salud mental la importancia que merece. Pero si supieras que una de cuatro personas en el mundo sufre o sufrirá alguna vez en su vida un problema de salud mental ¿no te replantearías el hecho de desconocer tanto de ti mismo?

Charles Bukowski solía decir: “Si tienes la habilidad de amar, ámate a ti mismo antes que a nadie”. Y por más egoísta o ególatra que suene esto, no podría ser un consejo más acertado, especialmente para aquellos que pierden de vista amarse a ellos mismos en el proceso de amar a otros. ¿Te suena familiar?

Alcanzar la felicidad es nuestra meta, pero estas pequeñas cosas están obstaculizando el camino.

Aunque quizás no sea tan notorio como el dolor físico, el dolor emocional también nos hace sufrir. Y cuanto antes encontremos dónde se esconde, antes podremos lidiar con él. Porque de acuerdo a muchas filosofías, el dolor emocional es el paso anterior a manifestar un dolor físico.

Los humanos tenemos la costumbre de guiar nuestra vida según nuestros objetivos. Al principio son menos serios y más divertidos, pero a medida que vamos madurando y comenzamos a ser responsables, los objetivos se vuelven cada vez más difíciles de alcanzar. Esto genera mucha frustración y decepción, sobre todo cuando nos encontramos con que no estamos en el lugar en el que nos gustaría estar.

Durante años corremos detrás de cientos de propósitos pensando que la felicidad estará al final de cada uno de ellos. Así pasamos nuestra vida posponiendo la felicidad hasta alcanzar nuestro título universitario, casarnos, tener un buen trabajo o comprar la casa de los sueños. Sin embargo, no nos damos cuenta que aquello que pasa entre que “alcanzamos” la felicidad y somos “felices” es nada más ni nada menos la vida misma.