«Hago las 4 comidas al día que se recomiendan, consumo solo alimentos saludables, tomo al menos 1 litro de agua por día, salgo a correr 3 veces por semana, a veces hasta 4, no comprendo qué es lo que funciona con mi cuerpo… tendré que consultar con un especialista».

Hay una gran diferencia entre no cenar, cenar liviano y cenar muy pesado. Algunas noches, es inevitable no tentarnos con ese delicioso chocolate que tenemos guardado hace tanto pero nos privamos de abrir. Y otras, pensamos que la mejor decisión será no cenar para perder un poco de peso, a pesar de que luego las quejas de nuestro estómago nos hacen arrepentirnos. Ahora bien: ¿cuál es la opción más acertada? Pues…¡ninguna de esas!

Si estás estudiando o trabajas de seguro te has quedado a almorzar en la oficina o en la facultad alguna vez. Quizás a ti también te resulte complejo pensar en una alimentación saludable cuando pasas tanto tiempo fuera de casa. En este sentido, algunos nutricionistas como Adrienne Raimo de Estados Unidos afirman que no solo importa lo que comes, sino el momento del día que dedicas para almorzar. Al parecer, no cualquier momento es el mejor para estimular tu metabolismo y obtener la máxima energía de los alimentos.

Cuando una mujer es madre tiene mucho de qué ocuparse desde un punto de vista práctico. Puede encontrar mucha información con ideas sobre qué comida tener refrigerada y qué ropa tener preparada. Sin embargo, la cuestión del peso es un tema que les preocupa a muchas y del que no siempre se habla. Quizás a ti también te interesa saber cómo recuperar el peso que tenías antes del embarazo y tienes muchas preguntas al respecto.

El cuerpo humano no se toma un descanso jamás (tan solo imagina si lo hiciera...). Cuando no está digiriendo lo que acabamos de comer, se encuentra deshaciéndose de las toxinas, recuperándose del esfuerzo del último entrenamiento, o simplemente inhalando y exhalando.

Comer es definitivamente uno de los placeres de la vida. Creo que casi todos estamos de acuerdo con esta afirmación. Es que mucho de lo que comemos nos entra por lo ojos: esa pizza apetitosa, esas papas fritas crujientes y aquel muffin chocolatoso son solo algunos de los ejemplos de ese tipo de alimentos que nos hacen perder el freno a la hora de comer.