La revolución de las mexicanas, un movimiento que no les hizo justicia
Sin reconocimiento histórico
MÉXICO - "Pobre México, pobre patria mía, serás la primera nación donde encarcelan mujeres por escribir en defensa del pueblo", es la frase que resume el sentir de una mujer que tuvo la osadía de olvidarse de su rol de ama de casa, enfrentándose con ello a las ideas de todo un país, que ella tanto amaba.
El 20 de noviembre de 1910 inició en México un movimiento encabezado por el alma trabajadora, que buscaba principalmente una mayor igualdad y justicia social para las generaciones que le precedieran.
Hoy, a 101 años del comienzo de la histórica rebelión, que derivó en importantes logros en materia constitucional y social, hay aún un tema que no se termina de desvelar. Cuando el país entero se prepara para echar las campanas al vuelo para celebrar el centenario del hecho, pocos se han detenido a reflexionar en cuál fue el papel que las mujeres de aquellos años jugaron en el histórico proceso.
El país vivió siete reelecciones que mantuvieron en el poder a Porfirio Díaz, un hombre de Oaxaca con aspiraciones francesas, que si bien hizo cambiar el esquema de desarrollo del país, incitó a base de desigualdades a que desde los rincones se levantaran exigiendo justicia grupos revolucionarios encabezados por hombres como Francisco Villa, Emiliano Zapata y Venustiano Carranza, por citar algunos.
Para entonces, el desarrollo de las mujeres se hallaba posible exclusivamente en el ámbito de su propia casa. "La idea de que la mujer era el 'Ángel del hogar' prevaleció en toda la etapa porfiriana", aseguró la doctora Patricia Galeana.
En entrevista con Univision.com, la que fuera Secretaria Técnica de la Comisión Especial Encargada de los Festejos del Bicentenario de la Independencia y Centenario de la Revolución, detalló la importancia de la creación de la escuela secundaria para señoritas y la escuela normal de maestros.
¿Carentes de capacidad?
Aquellas que quisieron ocupar cargos públicos batallaron de una manera más directa con las mentalidades cerradas. Una de ellas fue la de José Yves Limantour, secretario de Hacienda durante el Porfiriato, quien argumentaba que las mujeres "no sólo carecían de capacidad mental, sino que su presencia distraería a los hombres de sus actividades", según acotó Ana Lau Jaiven, coordinadora de la especialización y Maestría en estudio de la Mujer en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) de México.
A pesar de estas ideas, que ciertamente privaban en la sociedad de aquellos años, poco a poco las mujeres lograron abrirse paso en ciertos cargos públicos. Claro, ninguna de ellas en la Secretaría de Hacienda.
Mayores eran las dificultades para las mujeres que no tenían una preparación, quienes fueron contratadas por ser mano de obra barata, y debían someterse a las condiciones que se les ofrecían.
Ante el panorama, hubo quienes encontraron una combativa forma de expresión en las publicaciones periódicas. En ellas, las mujeres periodistas plasmaban las condiciones de desigualdad que vivían sus congéneres, demandando al régimen reformas en materias de educación, política y en cuanto a la relación entre los géneros. Además, era común la petición del sufragio efectivo y la no reelección.
Soldados 'con falda'
Luego, las mujeres comenzaron a militar en grupos revolucionarios, por defender el proyecto de país que ellas también compartían. Esta militancia revolucionó la vida de las féminas, puesto que podían empezar a realizarse fuera del ámbito estrictamente del hogar, sin menoscabo de su feminidad, a la cual entonces se le otorgaban un elevado valor.
Sin embargo, esa no fue la única manera en que participaban. Allí mismo, en los campos de batalla donde los "pelones" (el ejército federal) se batían a balazos con los de "la bola" (los insurgentes), estaban ellas.
De esta manera, "las mujeres participaron en todos los frentes, no solamente acompañando a las tropas sino también difundiendo las ideas revolucionarias a través de las aulas como maestras normalistas, a través de la prensa y a través del movimiento, porque cuando están en la tropa hay quienes llegan a matar, como las coronelas", dijo Galeana.
Pero en el campo de batalla, ¿qué hacían las mujeres?
Josefina Macgregor, Doctora en Historia por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, señaló que "básicamente, de una manera muy gruesa, podemos decir que son dos las funciones que tienen, por un lado tendríamos que recordar que los ejércitos en ese momento no tienen una logística de apoyo.
La calle era su hogar
"Entonces tanto el ejército federal como el ejército revolucionario requieren que las mujeres de los soldados les hagan la comida, los acompañen en las marchas que tienen que hacer y los alimenten. De ahí tenemos ese concepto muy claro de la soldadera, esa mujer que acompaña a su marido, a su amante, y entonces va caminando con cazuelas, con niños de la mano, en fin, acompañando al ejército.
"Estas mujeres durante el día no tienen más hogar que la calle; y la cuadra del cuartel en la noche. Sentadas en la banqueta, con el perro a sus pies y el muchacho recostado contra el canasto, forman frente a los cuarteles grupos que ocupan media calle; acompañan al marido o amacio en sus marchas militares, llevando a cuestas al niño de brazos, al canasto lleno de ropa o a los trastos de guisar.
"La mayor parte son concubinas de los soldados, pero fieles, y jamás tienen dos amacios a la vez (......) Son celosas y valientes, habiendo muchas veces saqueado las poblaciones pequeñas, pues se encargan de procurar alimentos a la tropa. Y los consiguen por la fuerza, cuando los rehúsan los dueños de tienda, corrales o rancherías", definió Julio Guerrero a las soldaderas en su libro de 1901 "La Génesis del crimen en México".
"Y por otro lado --detalló la también profesora de la facultad-- tendríamos a las mujeres que llegaron a tomar las armas, que eran verdaderos soldados, y que llegaron a tener algunas de ellas incluso algún grado militar importante".
Denominaciones como "soldadas", "adelitas", "marías", "marietas", e incluso unas más despectivas como "cucaracha" ó "galletas", eran otorgadas a estas mujeres.
Un caso especial
Las mujeres, por su parte, algunas veces llegaban a enamorarse de los hombres a los que atendían. Sin embargo, cuando estas sufrían de amores no correspondidos, sus madres las golpeaban "para sacarles el dolor".
La participación femenina en un proceso de esta envergadura para la historia contemporánea del país, no sólo dejó de manifiesto que no hay labores exclusivas para hombres. La conciencia de jugar como pieza clave en el proceso sembró una inquietud que sigue dando escozor hasta nuestros días.
Lau Jaiven, especializada en el área de Investigación de Mujer, Identidad y Poder, dijo en entrevista a Univision.com que en todos los campos de la lucha revolucionaria en que haya participado, el sector femenino enfrentó férreas oposiciones a su desarrollo.
Un caso particular es Juana Belén Gutiérrez de Mendoza, "una de las mujeres más importantes de esta época". Férrea crítica del régimen de Porfirio Díaz, fundó el periódico Vesper, donde no demandaba derechos en específico para su género. 'Pobre México, pobre patria mía, serás la primera nación donde encarcelan mujeres por escribir en defensa del pueblo'", citó Lau Jaiven, al tiempo que comentó que afirmaciones de esta naturaleza le valieron una persecución política, e incluso ser encarcelada.
Batalla desigual
Ya en el campo de batalla, el legendario Doroteo Arango, "Pancho Villa", tiene sus secretos en este aspecto. A pesar de que no puede ser considerado como misógino "puesto que se casó 19 veces" muchas son las historias que se entretejen alrededor del héroe revolucionario y su relación con las mujeres.
Lau relató en la ponencia sobre las mujeres y la revolución en el Semanario Permanente sobre la Revolución Mexicana que al principio Villa aceptó algunas mujeres durante la formación de su ejército, pero luego fue sustituyéndolas porque no le gustaba verlas en las filas ni en las trincheras. Entre su caballería, Los Dorados de Villa, había sólo una mujer.
Al tomar el municipio de Camargo, Chihuahua en 1916, hizo prisioneras a unas 90 soldaderas que estaban con sus hijos. En medio de la multitud, salió un disparo que dio en el sombrero de Villa. El general preguntó quién había disparado, y al no obtener respuesta decidió matarlas a todas, según se cuenta.
Deudas y logros
"La División del Norte (el ejército revolucionario de Francisco Villa) iba muy rápido, y las mujeres lo retrasaban. Hay narraciones en las que se dice que mandaba a las soldaderas hasta adelante y luego la brigada de hombres entraba en acción", dijo la Doctora a Univision.com.
Finalmente, en algún momento el proceso llegó a su fin. El principal logro tangible de esta revolución fue la Constitución de 1917, en la que se contemplaban algunos y se omitieron de arranque otros derechos de las mujeres. Sin embargo, como mencionábamos, hubo un legado todavía mayor.
Mujeres que pueden
"La participación de las mujeres en la revolución hace que para los años 20, 30, ya la inclusión de la mujer en la vida social, económica, política de México no tenga vuelta atrás" aseguró MacGregor.
La Constitución de 1917 le niega a la mujer la participación en la política y el sufragio, aunque reconoce en su artículo 123 los principios laborales para las mujeres, con lo que elevó la igualdad salarial sin distinción de sexo, y otorgó protección a la maternidad de las trabajadoras.
Esto se debe a que "no faltó quien pensaba que si a la mujer se le daban derechos políticos, la política la iba a pervertir, o que esto significaba darle un doble voto a los hombres casados o incluso a la iglesia, pues estos aconsejarían a las mujeres por quién votar", aseguró la doctora Patricia Galeana.
Por otro lado, en 1917 se expidió la Ley de Relaciones Familiares, que respondió a algunas demandas planteadas por el feminismo, al ampliar los derechos de las mujeres como esposas y madres.
"La guerra cambia los papeles tradicionales de hombres y mujeres, porque por ejemplo las mujeres dejan la tranquilidad del hogar, se salen a defender a su patria muchas veces empujadas por los hombres, muchas veces raptadas. Algunas de estas mujeres van a estar peleando por derechos para su género, aunque no la mayoría; habrá otras que estaban ahí por atender al marido, al amante, al raptor, en el campo de batalla".
La nueva perspectiva
El haberse involucrado en todos los frentes del proceso revolucionario "ha hecho que la revolución se vuelva como un laboratorio para que las mujeres se den cuenta de que su actuación en el ámbito público es posible, y es posible también en todos los aspectos", dijo Jaiven,
"Estos desplazamientos y las actitudes que enfrentaron rompieron el modelo de mujer y de hombre que estaba vigente. Y tiene repercusiones en la vida cotidiana: seguramente afectaron las relaciones interpersonales entre hombres y mujeres", concluyó Ana Lau, quien aseveró que la revolución sin mujeres sencillamente "no hubiera sido".
"Sin duda no habría habido revolución sin mujeres. Las mujeres hicieron la revolución pero la revolución no les hizo justicia, pues la cultura machista prevaleció más allá", dijo a su vez Patricia Galeana.
Para Josefina Macgregor, a partir del proceso las mujeres "empiezan a ocupar un lugar mucho más participativo, aunque sin tanta declaración ni tanta alusión a los derechos conseguidos, sino nada más como una entrada fáctica, mostrando sus capacidades no sólo en la vida privada sino también en la pública".