Después de haber pasado tres meses recluido en un centro de detención de inmigración, en Adelanto, California, el fin de semana pasado, Francisco Zúñiga pudo celebrar en Santiago de Chile, su ciudad natal, que ICE lo deportó como él mismo les había pedido.
"El sueño americano fue una pesadilla": los problemas de un hombre para lograr que ICE lo deportara como él pedía
El chileno Francisco Zúñiga pensó que moriría en una cárcel de inmigración por coronavirus. Estuvo tres meses en el centro de detención de Adelanto, California, esperando que ICE lo devolviera a su país, como él mismo les había exigido.


Pasaron tres meses para que su pedido se cumpliera y en la espera, él y su familia temían que un contagio de coronavirus, que estaba en su apogeo en California y afectando varios centros de reclusión, acabara con su vida.
Zúñiga viajó de Los Ángeles a Miami y de allí a su país. Debido a las restricciones del coronavirus, solamente fue a recibirlo su padre Juan, la madrugada del 31 de mayo. En casa lo esperaban, su esposa Margarita y el hijo de ambos.
“Me siento feliz porque la pesadilla terminó para mí; estoy más tranquilo, pero esta pesadilla aún no termina del todo; también me siento triste porque en mi mente tengo a todos los inmigrantes que están sufriendo allá", dijo Zúñiga a Univision Noticias. "No me gustaría quedarme cruzado de brazos, sino que al igual que toda la gente iniciaramos un movimiento mundial de lucha en defensa de los inmigrantes”.
“Dos agentes de inmigración me cuidaron y hasta me compraron una hamburguesa. Fueron más de 20 horas de un viaje que nunca más quisiera repetir”, expresó.
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Detenido por inmigración
Zúñiga, de 27 años, había visitado EEUU en 2018 como turista. Hizo otro viaje en agosto de 2019 y decidió permanecer en EEUU.
Trabajaba en un restaurant en el Valle de San Fernando, al norte de Los Ángeles, y durante los fines de semana laboraba como guía de senderistas y escaladores en la montañas de Big Bear, en el condado de San Bernardino.
El 6 de febrero las cosas cambiaron. Regresaba de haber visitado a un amigo en la ciudad de San Diego, fronteriza con México, y fue arrestado por las autoridades migratorias. Su visa estaba vencida.
Fue encerrado en un centro de detención de ICE en Otay Mesa. Diez días después fue trasladado a Arizona, y de allí al centro de detención en Adelanto, California.
“La verdad no le deseo a nadie vivir la pesadilla que viví”, dijo Francisco, via telefónica desde Chile.
Estando encerrado en la cárcel de Adelanto, las autoridades migratorias le negaron el depósito de una fianza para salir libre y pelear su caso desde afuera con ayuda de un abogado.
Ante dicha situación, solicitó por escrito que lo deportaran lo más pronto posible. Explica que no quería convertirse en una víctima más del coronavirus.
La fecha inicial de su repatriación era el 24 de marzo. No fue posible: el presidente Donald Trump había anunciado la suspensión y restricción de vuelos para contener la expansión del coronavirus.
Posteriormente, autoridades del consulado de Chile le informaron que su deportación había sido reprogramada para el 4 de abril.
En huelga de hambre
Ante la desesperación por no querer contagiarse con el coronavirus en la cárcel de Adelanto, él y otros presos se declararon en huelga de hambre, justo en el punto álgido de la pandemia en el sur de California.
Entre sus reclamos, Zúñiga y decenas de otros reclusos denunciaron ser víctimas de inadecuada atención médica, mala alimentación, hacinamiento, obstáculos para comunicarse con familiares y sus abogados.
“En las celdas de 6 pies de ancho por cuatro de largo nos tenían a tres o cuatro personas; allí era imposible mantener la distancia entre uno y otro; tampoco nos proporcionaban mascarillas ni sanitizador para las manos”, recordó. “Pero cuando nos ponían en una sala grande, éramos entre 80 y 100 personas”.
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“Yo estaba desesperado; solamente quería que me regresaran a Chile”, dijo. “De hecho, todos queríamos que nos liberaran por el peligro del coronavirus o que nos deportaran”.
Los internos tenían acceso a un televisor donde veían las noticias en español y los estragos y muertes que el coronavirus estaba causando en California y todo el mundo.
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En huelga de hambre 500 reclusos
“Sí, pensé que iba a morir; el sueño americano del que hablan muchos, para mí fue era pesadilla de la que apenas estoy saliendo”, declaró a Univision Noticias. “La verdad, todos tenemos metas y sueños, pero, por el poco tiempo que viví allá (en EEUU) he experimentado en carne propia que retienen al inmigrante (indocumentado) y lo encierran como si fuera un criminal”.
Juan José Gutiérrez, uno de los abogados que representaron a Francisco Zúñiga en el proceso inicial de buscar su libertad y el posterior deseo de deportación del joven chileno dijo a Univision Noticias que “la vida de seres humanos que han sido calificados como indocumentados, ante los ojos de las autoridades de inmigración y del gobierno federal, ha convertido a estos trabajadores en algo menos que seres humanos”.
“La autoridad de inmigración está totalmente renuente a respetar las leyes y tratados internacionales para darle trato humano a los inmigrantes, y por encima de esto, no hace valer sus derechos humanos más elementales”, añadió. “EEUU está implementando una política migratoria de una absoluta represión y desvalorización de estos seres humanos, mucho más ante las circunstancias especiales de la pandemia del coronavirus”.
Fiesta familiar
Por instrucciones de las autoridades de salud de su país, Zúñiga ha permanecido en cuarentena en la casa de su padre, hasta que se compruebe que no es portador del coronavirus.
“Ya muy pronto viajaré a mi ciudad de Los Andes, que está a 65 kilómetros al norte de Santiago”, informó. “Y estar para siempre con mi hijo y mi mujer”.
De hecho, el sábado 6 de junio ya pudo estar con ellos algunas horas. En la casa de su padre se hizo una fiesta de bienvenida. Juan Zúñiga, padre de Francisco, dijo vía telefónica desde Santiago de Chile, que después del 6 de febrero, sufrió hasta lo indecible por la angustia de no saber de su hijo por 10 días.
“No sabíamos dónde estaba. Fue angustiante. Cuando supimos que lo tenían encerrado, obviamente que teníamos miedo por la pandemia”, dijo.











