Hoy en día ser madre no es nada parecido a lo que solía ser en la época de nuestras abuelas, por ejemplo, ¿verdad? Como madres trabajadoras, a veces nos resulta muy complicado estar totalmente presente en la vida de nuestros hijos y tenemos que lidiar todos los días con la culpa de no poder estar donde deberíamos.

La familia es el principal sostén que tenemos las personas. Y cuando una mujer es diagnosticada de cáncer de mama, necesita muchísimo apoyo por parte de sus seres queridos. Sus fuerzas y su ánimo tal vez no sean suficientes, por eso el apoyo de quienes la quieren es muy importante para su recuperación.

Compartir tiempo con nuestros hijos nos hizo aprender lecciones de vida valiosísimas. La infancia es el momento más auténtico de nuestra vida, lo que más nos preocupa es divertirnos en todo momento y reír sin parar. Cuando crecemos, olvidamos muchas cosas que hemos aprendido de pequeños, y allí es cuando llegan nuestros hijos para enseñarnos a siempre recordar y mantener ese niño que tenemos dentro.

Ser hijo único no condiciona al niño a ser egoísta o narcisista, ¡nada de eso que se dice es cierto! Un niño que es hijo único puede ser altruista, generoso, honesto y todas las buenas cualidades que sus padres quieran inculcarle porque, al fin y al cabo, los niños aprenden del ejemplo que reciban en casa y de la educación que reciben en la escuela.

Quizá seas de las personas afortunadas que aún tienen a su abuela y que pueden abrazarla siempre que quieran, o quizá sea una estrella en el cielo pero en tu corazón siempre será la mejor de todas. Cada persona es un mundo y lo mismo ocurre con las abuelas, aunque estoy segura que para ti, tu abuela siempre será la mejor.

Tus niños aprenden mucho de lo que haces y también de lo que no haces. Si demuestras que eres feliz, que te esmeras por lograr las cosas y que en algunos momentos estar triste está bien, les estarás enseñando grandes lecciones de vida.