Una de las mayores ilusiones de los padres es escuchar la primera palabra de su hijo. Si bien la edad en la que cada niño comienza a articular palabras varía, hay una edad promedio para que empiece a balbucear (12 a 18 meses) y otra para que ya tenga un lenguaje entendible (2 a 3 años). Si el niño supera esas edades sin emitir sonido, o bien, produciendo algunos muy escuetos, es momento de acudir con el especialista.

Los padres siempre queremos brindarles lo mejor a nuestros hijos. A la mayoría nos encanta verlos jugar, reír y divertirse, pero muchos nos hemos preguntado si es posible combinar el juego con el aprendizaje. Pues en realidad no deberíamos pensar que existe un esquema de actividades basado en las edades, ya que cada niño evoluciona a su ritmo. De hecho, forzar determinados juegos cuando todavía no es el momento hará que el pequeño se ofusque y que los padres se frustren. Por eso, hoy quisiéramos contarte sobre diferentes formas respetuosas e interesantes de integrar el aprendizaje a los juegos del bebé. Descúbrelas a continuación.

Los padres vivimos bombardeados de infinitas recomendaciones que nos llegan de todas las direcciones. Sin duda, muchas veces resultan interesantes y útiles, pero, seamos sinceros, cumplir con todo lo que la sociedad espera de los padres puede ser agotador. Una buena educación, actividades extra, salidas y varios etcéteras conforman una lista con la que sentimos que debemos cumplir, pero que nunca podemos alcanzar.

Cuando nuestro hijo es bebé la cuestión de la buena conducta es una temática a la que solemos restarle importancia simplemente porque entendemos que todavía no es momento de prestarle atención. Sin embargo, a medida que va creciendo lo más probable es que comencemos a preguntarnos cómo hacer que nuestro pequeño aprenda buenos modales en su casa.

Muchas veces la crianza puede tornarse agotadora. Los pedidos repetidos mil veces, las rabietas y los llantos desmedidos pueden volverse un verdadero dolor de cabeza para muchos padres.

Muchas parejas creen que un bebé les traerá felicidad y una nueva vibra a su relación. Realmente el bebé trae nuevas vibras, pero también pañales sucios, llantos y noches sin dormir. Este cambio repentino trae fuertes crisis para ambos y pone a prueba la fortaleza y la madurez de su lazo.