Sales de casa siempre a la misma hora, tienes tan practicada tu ruta hacia el trabajo o la escuela que puedes hacerla con los ojos cerrados, llegas puntual a todos lados y siempre te das el tiempo para divertirte.

¿Qué es lo primero que te viene a la mente cuando escuchas “dolor de espalda”? Seguramente aquella vez en que despertaste por la mañana y no podías levantarte de tu cama por el dolor, o cuando después de 8 horas de estar trabajando dejaste tu oficina bastante adolorido.

Aceptémoslo, comprar por internet es una de nuestras cosas favoritas. No hay filas larguísimas en la caja, es poco probable que no haya la talla de ropa que buscamos, podemos descubrir cientos de gadgets sin tener que caminar por horas y lo que compremos llega sano y salvo hasta la puerta de casa. ¡Es una chulada!

Despertar, abandonar la comodísima cama, desayunar a las carreras, luchar codo a codo por un lugar en el transporte público. Mucho sacrificio para que al llegar el mediodía empecemos a sentirnos cansados, con poca energía o fastidiados sin motivo aparente.

Te levantas, te bañas,desayunas, te arreglas, sales rumbo a la escuela o trabajo, pasas ahí casi todo el día, vuelves a casa, cenas, te duermes y repites todo al día siguiente.

Trabajar arduamente de 9 a 6, luchar contra un mar de gente en el transporte público, llegar a casa solo para arreglar todo lo que falte por arreglar, preparar la cena, dormir, repetir todo al día siguiente. Con un ritmo de vida tan acelerado, es común que nos absorba la rutina y olvidemos llevar a cabo esas actividades que nos apasionen o nos diviertan. Pero no todo está perdido, quizá solo falta un pequeño twist en nuestro día a día para olvidarnos de esos días cuadrados y llenar nuestra vida de salud, estilo y buen sazón.