Seguramente has atravesado por ciertos momentos en los que la comunicación entre padres e hijos no es del todo fructífera y constante. Cuando tus niños son pequeños suelen intentar un mayor diálogo, a diferencia de los adolescentes, donde el diálogo es aún más difícil ya que están transitando por la llama edad rebelde.

Muchas personas piensan que la mejor manera de tener y conservar una muy buena relación madre-hija es siendo mejores amigas. Sin embargo, lamento informarles que las madres son las madres y las hijas son las hijas.

La relación entre un padre o madre y un hijo es un vinculo que no puede romperse, pero si dañarse. Pero si les dices cosas positivas a tus hijos, la relación entre ambos puede fortalecerse, los hará personas seguras y con confianza en si mismas.

Los niños saben reconocer la preocupación en el rostro de los adultos, además de que perciben que algo no anda bien cuando las rutinas diarias cambian. Cuando un miembro de la familia tiene una enfermedad grave, el niño tiene que saberlo, no se le debe ocultar la verdad. Pero, ¿cómo y cuánto debe saber?

Los niños y adolescentes deben ser responsables de su comportamiento y de las consecuencias naturales de el, pero no necesitan que les humilles (sí, castigar en público es humillar).

Como en un abrir y cerrar de ojos, los hijos pasan de ser unos tiernos bebés a unos jóvenes que luchan por un lugar en la Universidad. Seguramente ahora que son pequeños nos cueste imaginarlos de adultos, sin embargo el tiempo vuela y es importante que como madre aprendamos a pasar tiempo de calidad con ellos.