Si alguna vez te has enfermado del estómago "de la nada", es muy probable que haya sido por comer algo en mal estado, pero hay alimentos que son más delicados que otros, por lo que requieren mucho más atención.

Hagamos un ejercicio de reflexión. Cuando llega la hora de comer, ya sea en tu casa, en la escuela o en el trabajo, ¿qué tan rápido consumes tus alimentos? ¿Masticas despacio o a toda prisa, sin siquiera saborear lo que está en tu boca?

Alejarse de los dulces y del azúcar suele ser uno de los mayores sufrimientos conocidos por quienes están a dieta. No obstante, sí es posible eliminar el deseo constante de comer un postre, pero necesitas fuerza de voluntad y entender bien tus necesidades físicas y psicológicas.

Mientras estás tan ocupada y sigues «sin tiempo», tu cuerpo se resiente por falta de cuidados: tu peso corporal aumenta y entorpece tus movimientos; tus músculos débiles te impiden una buena postura y favorecen todo tipo de dolores; y cada vez te cuesta más mantener un buen ánimo.

El eterno debate entre la dieta y las indulgencias encuentra su apogeo en las fiestas de fin de año. Llegó el momento de descontrolarse y comer y beber sin mesura. Al menos, para algunos. Otros como tú preferirían seguir cuidándose. Pero con todas las personas que tienes alrededor, invitándote a unirte a todo tipo de excesos, cuesta.

Comer en familia es una de las actividades que más beneficios conlleva para sus miembros. Es el momento de recargar energías y también, siempre y cuando sea un encuentro placentero, es una excelente oportunidad para fortalecer los vínculos.