Con bombas, flores y velas, comunidad de Edgewater recuerda a Jaydone Perkins, de 11 años, quien murió tras recibir una puñalada en el pecho, el pasado 13 de marzo. Vecinos cuentan que el día del crimen escucharon gritos y luego vieron que el “niño se estaba desangrando”, dijo Sandra Saldívar. Mientras la policía investiga, la madre del pequeño sigue en el hospital en condición crítica.

Este miércoles, la policía llegó hasta un apartamento donde encontró a Jaydone Perkins, de 11 años, con una herida en el pecho y cerca de él a su madre, de 33 años y en estado avanzado de embarazo, gravemente herida tras ser apuñalada. Aunque las víctimas fueron trasladadas al hospital, el menor fue declarado muerto.

Oficiales fueron enviados al Children’s Santa Rosa Hospital, en donde Aguilera dijo a los oficiales que se había caído cuando traía al bebé en brazos.

Las autoridades arrestaron a un sujeto que presuntamente le disparó mortalmente a una mujer y luego golpeó a sus tres hijos. Cuando los oficiales llegaron al lugar los pequeños estaban en la calle y ahora este caso está bajo investigación.

Es la clásica pregunta que enfrentan cuando deciden revelar una experiencia de abuso que sufrieron en el pasado y con demasiada frecuencia se convierte en un argumento más para invalidar sus relatos. Pero la evidencia demuestra que razones no les faltan para callar y, en realidad, tampoco deberían verse en la necesidad de justificarlo, advierten los expertos. Hoy estrena el episodio final de En Boca Cerrada.

Según los arrestados, la tarde del viernes, la bebé se quemó el rostro, el pecho y la espalda al presuntamente caerle una olla de agua hirviendo cuando cocinaban spaghetti. Para presuntamente aliviarle el dolor, los padres le inyectaron metanfetamina a través de la vena de su brazo.