El crimen de menor, quien murió apuñalado cuando caminaba a su casa desde la escuela, marcó a los habitantes del vecindario Northside y de Houston en general. Con motivo de su aniversario, la policía de la ciudad, en compañía del alcalde Sylvester Turner y la madre del pequeño, le insistió al público en entregar cualquier pista que pueda ayudar a dar con los responsables. La recompensa por información es de 15,000 dólares.

Carlos Eduardo Guevara, de 18 años, enfrenta cargos por abuso sexual con agravantes y agresión con un arma letal, lo que derivaría en una condena a cadena perpetua si es hallado culpable. Las autoridades también informaron que hay una tercera víctima, con la cual no se alcanzaron a consumar los actos, y que el joven confesó sus acciones. Además, se conoció que el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) cuenta con una orden de detención en contra de Guevara.

Uno de los sucesos ocurrió la mañana de este miércoles en la intersección del Boulevard Martin Luther King y la calle San Pedro. En el video, que es analizado por las autoridades, se ve a una mujer afroestadounidense tratando de halar el brazo a un menor que iba con un acompañante. El pasado martes ocurrió un caso similar en un restaurante cuando una sospechosa habría intentado llevarse a un pequeño, pero testigos la interceptaron antes de que esta abordara un auto.

Familiares de la joven embarazada, cuyos restos fueron hallados en una casa al sur de Chicago, llegaron hasta el vecindario de Scottsdale para recordarla en una sentida vigilia. María Castro, tía de la víctima, pidió todo el peso de la ley contra los responsables del crimen y aseguró que estarán presentes el día que los sospechosos se presenten en corte.

La joven hispana de 19 años, que se encontraba en estado de embarazo, fue vista por última vez el pasado 23 de abril cuando salía de su escuela en el vecindario de Pilsen. Según la policía, los esfuerzos se centraron en encontrar el vehículo en el que se movilizaba, pero las pesquisas dieron un giro cuando se supo de conversaciones con una mujer sobre productos para bebés, lo que permitió dar con la vivienda en la que fue hallado su cuerpo.

Mónica Báez relata que tuvo que sufrir las vejaciones por parte del clérigo, ya fallecido, desde que tenía 3 años y que continuaron por mucho tiempo. Cuenta que el párroco le decía que se cubriera la boca y que no gritara o “se iba a ir al infierno”. La mujer dice que tuvo que recibir años de terapia y aún lidia con las secuelas de lo vivido.