Chicago, Roma, Barcelona, Buenos Aires, Nueva York, Río de Janeiro, París... ciudades con millones de habitantes y miles de turistas hoy están casi desiertas, con restaurantes y negocios cerrados en un intento por frenar la pandemia. Parece una película, pero es la nueva realidad de un mundo en cuartentena.

Un estudio realizado por los Centros de Prevención y Control de Enfermedades (CDC) reveló que el virus puede mantenerse vivo durante 72 horas en plásticos y aceros inoxidables, 24 en cartones, cuatro en cobre y tres en aerosoles, y es por esto que recomiendan limpiezas profundas y constantes en objetos como muebles, alfombras, manijas e interruptores de luz, entre otros.

El gobierno Trump, amparándose en la crisis desatada por la enfermedad, ha ordenado el cierre de las oficinas del Servicio de Ciudadanía e Inmigración (USCIS) hasta el 1 de abril, lo cual afecta las entrevistas para trámites como la residencia permanente y las ceremonias de naturalización. Las audiencias de deportación de cientos de personas han sido canceladas, varios tribunales de inmigración han cerrado sus puertas y, además, ICE ha anunciado una moratoria en sus operaciones.

Las dos compañías, en medio de la crisis generada por la propagación de la enfermedad, han hecho saber que necesitan reforzar sus líneas con cerca de 250,000 trabajadores, entre las dos, para poder suplir las necesidades de los consumidores y además aliviar un poco las consecuencias del impacto económico que ha generado la pandemia.

Quienes viven y trabajan en los límites entre ambos países afirman que la medida, la cual tiene como objetivo evitar la propagación del coronavirus y que entra en vigor este 21 de marzo, afectará sus finanzas y generará cambios en sus actividades diarias. Se estima que el intercambio comercial en esta frontera, diariamente, produce miles de millones de dólares.

El gobernador JB Pritzker ordenó a los 13 millones de residentes que tiene el estado a permanecer, desde este 21 de marzo, en sus casas en un esfuerzo por contener el virus e intentar que los hospitales de esta área del país no colapsen con un posible aumento de contagios. La enfermedad ya ha cobrado al menos cinco vidas en Illinois y ha dejado cerca de 600 pacientes infectados.