Isaías Alvarado

Rodeado por un escenario dantesco, un empleado del Servicio Postal cumplió su labor de repartir la correspondencia en viviendas destruidas por el fuego en un vecindario de Santa Rosa, en el norte del estado.

Sigue creciendo el número de fallecidos por los múltiples incendios que no dan tregua en el norte del estado y las autoridades advierten de la difícil labor de identificación de los cuerpos. La mayoría han sido encontrados en el condado de Sonoma, donde continúan reportadas como desaparecidas unas 300 personas.

La familia de Christina Hanson, de 27 años y quien utilizaba una silla de ruedas para movilizarse, dice que ella no logró escapar de su vivienda que ardía en llamas y que su padre terminó con quemaduras graves tratando de salvarla.

Un programa estatal permite que los reclusos salgan de sus celdas para ayudar a sofocar los fuegos que azotan el estado, una peligrosa labor que ha cobrado la vida de tres reos este año. Lo que reciben a cambio, según las autoridades, es poder reducir sus condenas, salir de la cárcel temporalmente y disfrutar la naturaleza.

El fuego no da tregua y las llamas siguen creciendo, provocando más evacuaciones en el norte del estado. Por lo menos 22 incendios activos han dejado 36 muertos, consumido 2200,000 acres y destruido a su paso unas 5,700 estructuras. Ha cientos de personas desaparecidas o incomunicadas con sus familiares en el condado de Sonoma (norte), el más afectado hasta ahora por los siniestros.

Tom Welch, jefe del Departamento de Bomberos de Mill Valley, es uno de los cientos de residentes de Santa Rosa que han perdido sus viviendas por los incendios en el norte del estado. El oficial perdió su hogar mientras coordinaba los esfuerzos para sofocar un fuego en otra zona.