Cómo la paralización de los trenes de Ferromex evidencia la "industrialización" del tráfico de migrantes
Los miles de migrantes que arriesgaban sus vidas atravesando México sobre los vagones de trenes de carga hasta la frontera de Estados Unidos provocaron el cierre de un cruce fronterizo y llevaron a Ferromex a suspender el itinerario de decenas de trenes de carga.
Pero también ha revelado un fenómeno mucho mayor: una cadena casi ininterrumpida de migrantes que están siendo arrastrados desde Colombia hasta Panamá a través de la selva del Darién a una escala industrial: podrían llegar a 500,000 este año.
Luego, esos migrantes se mueven de manera constante en un flujo sin interrupción a través de Centroamérica hacia México y la frontera con Estados Unidos.
“Detrás de nosotros hay miles más. Es continuo”, afirma Juan Carlos Leal, un migrante venezolano que esperaba el miércoles con su hijo de cinco años junto a las vías del tren a unas 35 millas al norte de la Ciudad de México.
Leal y otros muchos esperaban para subirse a los trenes que pasan —algunos todavía en marcha— por la ciudad mexicana de Huehuetoca dijeron que 3,500 migrantes son trasladados cada día a través de campamentos en la jungla organizados por contrabandistas en el lado colombiano del tapón del Darién. Lo saben porque ese es el número de personas que caben en cada campamento.
El peligroso cruce de la jungla ha pasado de más de una semana a tan solo dos días para los caminantes más fuertes. Eso lo ha hecho posible una red de guías, campamentos y rudimentarios senderos que comienzan en Necoclí, en el lado colombiano.
Las mafias que controlan el tráfico de personas en el Darién
Los inmigrantes venezolanos en Huehuetoca afirman que la operación en el Darién parece estar dominada por grupos paramilitares colombianos, que canalizan parte de sus ganancias a los grupos indígenas autónomos de Panamá.
El gobierno de Panamá dijo la semana pasada que aumentaría las deportaciones para enfrentar el flujo récord de inmigrantes a través de la selva que separa ese país de Colombia.
La red de contrabando ahora puede llevar inmigrantes desde Venezuela al centro de México en poco más de dos semanas. Antes era una odisea que podía llevar meses.
Las detenciones a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México subieron un 33% de junio a julio, según cifras del gobierno estadounidense, revirtiendo una caída después de que se introdujeran nuevas restricciones de asilo en mayo.
“Les conviene trasladar a la gente lo más rápido posible”, dijo el migrante venezolano José Javier Ferreira sobre las bandas que se dedican al contrabando de personas. “Esto no va a parar hasta que le pongan freno a la mafia en Necoclí”.
Ferreira, extaxista, contó que simplemente no podía ganarse la vida en Venezuela porque la gasolina se puso demasiado cara para quienes no tienen conexiones políticas. Pero también reconoce que decidió dejar a su familia en casa por considerar el viaje demasiado peligroso.
Pero eso no es lo que hacen todos, pues familias enteras esperaban para subirse a los vagones de carga de Huehuetoca.
Mayerlin Bracamontes abrazaba y jugaba con su hija de cinco meses mientras esperaba un tren al que subirse.
“Es peligroso”, reconoce, pero estaba acompañada de compatriotas venezolanos que la ayudarían a pasar el bebé a las manos de quienes ya estuvieran a bordo de un tren antes de montarse.
La corrupción policial, otro reto para los migrantes
Los inmigrantes siguen siendo presa de funcionarios corruptos, bandas organizadas, ladrones y abusadores sexuales en casi cada paso del camino.
Al menos media docena de migrantes en Huehuetoca describieron haber visto los mismos cadáveres (una mujer y su bebé recién nacido, una pareja joven, un hombre mayor y corpulento) descomponiéndose a lo largo del sendero selvático en Darién.
Los migrantes también coincidieron en describir detalles de la industria del contrabando en Colombia: los contrabandistas colocan dos pulseras a los que han pagado la tarifa mínima de 350 dólares.
Un brazalete significa que el migrante ha pagado lo que exigen las pandillas, el otro significa que se ha dado una parte a los grupos indígenas panameños por cuyo territorio pasan los migrantes.
Más allá de la jungla, los migrantes tienen menos quejas sobre Panamá, Costa Rica y Nicaragua, diciendo que los funcionarios allí en su mayoría parecían querer mover a los migrantes rápidamente para sacarlos de sus países lo antes posible.
En el caso de Guatemala, sin embargo, casi todos los migrantes denunciaron repetidos abusos sexuales y extorsiones por parte de la policía.
'La Bestia', la alternativa peligrosa para llegar a EEUU
Pero es en México donde enfrentan quizás la parte más mortífera de su viaje, aparte de la jungla: subirse a trenes de carga.
Los migrantes han cruzado durante mucho tiempo México a bordo de los trenes, conocidos colectivamente como ‘La Bestia’, en niveles que fluctuaban según los esfuerzos por mantenerlos alejados.
Por lo general, abordan cuando un tren se detiene para cambiar de vía. Prefieren subirse a los vagones de carga, que tienen techos planos con escaleras y barandillas que ofrecen asideros.
Pero en su desesperación, algunos inmigrantes también se agolpan en los vagones cisterna, estrechos y sin barandillas, donde quedarse dormido o verse empujado puede provocar una caída mortal.
La compañía de ferrocarril más grande de México, Ferromex, dijo el martes que había detenido temporalmente 60 trenes de carga porque se habían subido tantos inmigrantes que no era seguro moverlos.
La empresa afirmó que recientemente ha habido alrededor de "media docena de casos lamentables de lesiones o muertes" entre inmigrantes.
La compañía, propiedad del conglomerado Grupo México, dijo que algunos migrantes incluso estaban saltando sobre vagones de carga en movimiento “a pesar del grave peligro que supone”.
Los migrantes que han cruzado México en trenes esta semana a menudo no sabían a qué ciudad fronteriza se dirigirían y viajaban solo en compañía de familiares o un pequeño grupo de amigos.
“Los venezolanos nos cuidamos entre nosotros, eso es algo que tenemos”, dijo uno mientras se ofrecía a ayudar a llevar al bebé de cinco meses de Bracamontes a bordo de un tren.
Pero gran parte de este flujo de migrantes se dirige a Eagle Pass, Texas, donde la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) de Estados Unidos cerró uno de los dos puentes que conducen a la ciudad desde la localidad mexicana de Piedras Negras.
La agencia dijo que el puente fue cerrado temporalmente “para redirigir al personal para ayudar a la Patrulla Fronteriza a detener a los inmigrantes”.
Para los inmigrantes que ya habían viajado miles de millas, la idea de arriesgar la vida sobre el tren era desalentadora.
“Si hubiera sabido lo peligroso que iba a ser, me hubiera quedado a morir en Venezuela con mi familia”, dijo Félix Rodríguez, un migrante de Barquisimeto que viajaba con su esposa y sus dos hijos, de 14 y 13 años.
Rodríguez rehusó abordar un tren que pasó por Huehuetoca la noche del martes por considerarlo demasiado arriesgado.
En cambio, se alejó de las vías, diciendo que él y su familia venderían bocadillos en las calles o limpiarían ventanas de autos para recaudar suficiente dinero para los boletos de autobús hasta la frontera.
“Es peligroso embarcarse con niños, pero mucha gente muere para alcanzar su sueño”, dijo Rodríguez.
Esa idea conlleva su propio riesgo. Los inmigrantes prefieren el tren no solo porque no cuesta nada, sino porque la policía y los agentes de inmigración mexicanos frecuentemente bajan a los inmigrantes de los autobuses, diciendo que la visa humanitaria o los documentos de solicitud de asilo que llevan no les permiten viajar al norte de México.
Una cosa que no se está dando ahora son las caravanas como las que en 2018 o 2019 llevaron a grupos relativamente ordenados de 10,000 o 15,000 migrantes, principalmente de Centroamérica, a atravesar a pie todo México.
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