No cabe duda, todas las mujeres somos ejemplos de lucha, pasamos por problemas y aprendemos a levantarnos para seguir adelante sin importar el dolor. Disfrutamos de la felicidad que nos provocan hasta las mínimas cosas y estamos dispuestas a “dar la vida” por los que amamos.

Estamos en pleno siglo XXI y como mujeres hemos alcanzado tantos logros que enorgullecen. Y sin embargo, en un siglo en el que hemos abierto la mente, en el que luchamos día a día contra la desigualdad de género, en el que la mujer alcanza nuevos desafíos sin ser cuestionada o desmoralizada, todavía hay realidades que impactan…

Cuando comencé la Universidad hice una lista de todos los logros que quería obtener en mi carrera, pero nunca se me cruzó por la cabeza que tener hijos fuera a ser uno de mis más lindos logros.

Hay creencias y objetivos por cumplir a los cuales nos aferramos gran parte de nuestra adolescencia simplemente porque la sociedad en la que nos criamos nos hace creer que son el sinónimo del éxito.

¡Son incontables los superpoderes que tenemos!...

El crecimiento profesional de la mujer nos ha abierto muchas puertas, mismas que nos llevan a pasar más tiempo fuera de casa; en la oficina, en la escuela, pero también en el trayecto de un destino a otro; nuestros itinerarios están cada vez más apretados y esto nos lleva muchas veces a desplazarnos distraídamente.