¿Conoces ese sentimiento de salir de un examen, o de un día particularmente difícil en el trabajo, y estar completamente agotado, de llegar a dormirte en el sofá o sobre el plato de la cena? No has hecho ninguna actividad física, pero has salido exhausto. ¿Es tu cerebro el culpable de este cansancio?

Si ya estás más cerca de los 30 que de los 20 y sigues bebiendo hasta perder el conocimiento los fines de semana o crees que tu generación fue mejor que la de «los jóvenes de ahora», lamentamos decirte que eres un chavorruco. Pero, de acuerdo con la ciencia esto podía tener una ventaja para ti.

La mayoría de nosotros lo sufrimos a diario: tenemos muchas cosas para hacer y siempre terminamos dejando todo para después. La procrastinación, como se llama a esta actitud frente a la vida, puede evitarse, probablemente. Algunos simplemente se empujan a sí mismos para superarlo, pero otros no salen de la rutina de perder el tiempo mientras hay cosas importantes para hacer. La ciencia, por supuesto, ha buscado una explicación para la procrastinación.

Durante muchos años el cuidado de los niños fue una cuestión puramente de la mujer. Esta es una consecuencia social que ha cambiado en los últimos años, por suerte. De todas formas y a pesar de estos avances, todavía siguen siendo las madres las más relacionadas con el rol de cuidados. Pero teniendo en cuenta ese mayor involucramiento de los padres en la crianza, los científicos hicieron estudios del cerebro masculino en ese rol. Así es como cambia, según un estudio.

La mente humana es realmente increíble, y normalmente usamos lo que perciben nuestros sentidos como la máxima prueba de la realidad. Pero a veces podemos ser engañados.

Si eres mamá o convives con alguna, seguro te has dado cuenta que constantemente acerca la nariz a su bebé para poder olerlo. Esta acción no sólo ayuda a verificar si todo está bien con el pequeño (pañal limpio, piel saludable, etc.), también supone un vínculo afectivo entre la madre y su hijo.