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Venezuela

Un fin de semana sin cerveza en Caracas

A una semana de la paralización de las cuatro plantas de Polar, bares y restaurantes comienzan a hacer maromas para poder servir birra. En algunos bares, un día de salario mínimo da para una cerveza y un cuarto de otra.
8 May 2016 – 12:42 PM EDT
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El gobierno no ha asignado divisas para pagar a los proveedores de cebada, la materia prima fundamental de la bebida Crédito: Martin Bernetti/AFP/Getty Images

CARACAS, Venezuela. - “No hay cerveza”. Así recibía José Vieira a quien se acercaba a su local en la noche del pasado viernes. Un hombre que ni alcanzó a preguntar por la respuesta automática del comerciante, salió con cara de asombro, dispuesto todavía a refrescar el final de la jornada de trabajo. Allí las botellas se habían acabado a las 3:30 de la tarde. Empezaba en Caracas un fin de semana en el que beberse una cerveza no sería una tarea fácil.

El Paraíso, el negocio de Viera, es un restaurante popular que ofrece arepas, almuerzos ejecutivos y tiene un área con mesas de pool para alargar la distracción hasta las 9:30 de la noche, pero esa noche apagó las luces a las 7:30. Faltaban clientes porque faltaban cervezas.

Está ubicado en una zona industrial al este de Caracas, donde también está una de las cuatro plantas que tiene Polar, la mayor productora y distribuidora de cerverza en el país suramericano. El pasado viernes la compañía cumplió una semana de parálisis porque el gobierno de Nicolás Maduro no ha asignado divisas para pagar a los proveedores de cebada, la materia prima fundamental de la bebida.

“Hay que esperar a ver qué va a pasar. Lo que tenía era lo que me quedaba de Polar, y Regional solo me vendió 10 cajas el lunes, cuando necesito 40 para una semana”, dice Viera.

Las reservas de Polar que sobreviven en algunos negocios aún permiten aplacar la sed de cerveza en Caracas. Los que previeron lo que vendría, desde que la empresa alertó en febrero que se estaban agotando sus inventarios, hicieron colas para abastecerse el fin de semana pasado y Regional, la otra empresa fabricante de esta bebida que sí tiene materia prima, ha hecho los repartos regulares. Sin embargo, son insuficientes para una ciudad tan bebedora.

Pese a la crisis, el país no ha perdido su lugar entre los 25 más bebedores de cerveza. Cada venezolano se toma al año 71 litros de cerveza, que equivalen a 111 botellas, según el reporte anual sobre consumo global de la bebida que elabora la consultora japonesa Kirin Holding y cuyos datos coinciden con los números de la Cámara Venezolana de Fabricantes de este producto. De hecho, según un estudio del Instituto Nacional de Estadística en 2014, la tendencia de ingesta de bebidas alcohólicas iba en alza.

En medio del agudo desabastecimiento que vive Venezuela desde hace por lo menos cuatro años, la cerveza no había protagonizado grandes episodios de escasez. En los supermercados venezolanos siempre falta carne y leche, pero la birra se mantenía fiel en los anaqueles.

El panorama podría ser distinto en las próximas semanas, cuando se haya acabado toda la producción que distribuyó la empresa antes del cierre.

Lo saben a una cuadra de la planta de Polar de Caracas, en el Depósito 3 El Oso, un distribuidor directo de la empresa. “En agosto pasado tuvimos una paralización, pero ya sabíamos que había un barco con cebada en camino y producto en proceso de cocimiento en las plantas. Pero ahora todo está parado. Si se reciben las divisas hoy, se necesitan por lo menos tres meses para poder ver la primera cerveza recién hecha. Lo que se viene es preocupante y es también con la malta que llega a más personas”, dijo Eduardo Iturbe, que atiende el negocio desde 2004.

Pasan 21 días desde que la cebada, traída de latitudes más frías, entra a la fábrica y hasta que ya es bebible. Maduración y cocimiento de la cebada son algunos de los pasos que deben ocurrir antes de que un venezolano pueda destapar un helado tercio o una Polarcita. Un complejo proceso que, según los comunicados que ha difundido Polar, involucra a 3,000 trabajadores directos y 10,000 indirectos.

Polar atiende al 80% del mercado cervecero venezolano. La sequía de dólares que ha generado 13 años de control cambiario y dos de bajos precios petroleros los ha golpeado como a todo el sector industrial del país. Pero en su caso, la situación crítica se agrava por la relación de tirantez que han mantenido el gobierno y la empresa, que es acusada de ser parte de la “guerra económica” que, según el presidente Nicolás Maduro, ha causado la profunda crisis que vive el país.

“Si no puedes con tus empresas, entrégaselas al pueblo”, le dijo en febrero el presidente del país a Lorenzo Mendoza, presidente de Empresas Polar, cuando éste comenzó a advertir el final de los inventarios de materia prima.

El viernes en la mañana un grupo de funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana uniformados visitaron el negocio de Eduardo Iturbe, que se dedica a la distribución, y le preguntaron si estaba vendiendo cerveza en botellas retornables. Entre los trabajadores de Polar, las alarmas se dispararon.

“Lo hicieron porque ellos creen que Polar sí tiene inventario y que es mentira que están parados. Lo que tengo en el depósito me alcanzará para una semana si no viene mucha gente. Solo tenemos botellas desechables, los últimos vacíos (cajas de 24 o 36 botellas retornables, una presentación más económica) los vendí el lunes y tuve que racionarlos a dos por persona”, afirma el empresario.

La terraza de Java’s Bar, un bar universitario ubicado en Colinas de Bello Monte, estaba a reventar este viernes. En la puerta, Roger Figueroa moderaba el nivel de ruido que altera a los vecinos de la zona y trataba de controlar también que nadie se llevara las botellas retornables de cerveza, la mayoría verdes de la marca Zulia, perteneciente a Regional. “Conseguimos a alguien que nos trae retornables, a 6,500 bolívares la caja, porque las desechables están en más de 9,000 bolívares. Las compran en una licorería grande en los Valles del Tuy (a las afueras de Caracas)”.

“Esto no va a aguantar 100 días así”

En Java’s Bar, la espuma de la inflación rebosó los precios las últimas semanas. “Todos los días tenemos que subir el precio”, dice. 250, 300, 320, 350, 380 y este sábado se ofrecía la botella en 400 bolívares. El salario mínimo en Venezuela es de 500 bolívares al día, es decir, da para una cerveza y un cuarto de otra.

Figueroa dice que esa es la única forma de resistir el golpe de la reposición, mientras pueda hacerse, pues está comprando la caja un 50% más cara que lo que la adquiría antes de la paralización de las plantas. “Esto no va a aguantar 100 días así; la presión por la cerveza es muy grande. Si se nos acaba tendremos que vender cocuy”, pronostica Figueroa, refiriéndose una bebida destilada típica de Venezuela.

Lo que ocurría desde hace tiempo en Venezuela con muchos productos de primera necesidad escasos comenzó a ocurrir con la cerveza. Hasta el 29 de abril, unos 900 camiones salían cada semana de los cinco centros de distribución de Polar del Área Metropolitana de Caracas para abastecer a licorerías, restaurantes, discotecas y clubes. Eso eran decenas de miles de cajas a la semana. Ahora, la figura del bachaquero (o revendedor) comienza asumir ese papel y por ello, por tener que ir a comprar al mercado negro, los costos se disparan.

En febrero pasado, el gobierno incrementó el impuesto a los licores y se exoneró a la cerveza. “Es la bebida que consume todo el pueblo, por eso no debe pagar impuestos”, declaró entonces José David Cabello, superintendente aduanal y tributario. El encarecimiento del producto por la escasez supone ahora una carga económica para el consumidor cervecero, que había evitado hace unos meses ese impuesto extra.

Cerveza a precio de dos días de salario mínimo

Giacinto Gagliardi, con 28 años trabajando en locales nocturnos, esperaba esta semana la llamada del bachaquero para planificar la faena de este fin de semana en La Trattoria de Orlando, un bar restaurante con música bailable. A las previsiones de guardar agua en pipotes porque el municipio está golpeado por un fuerte racionamiento desde hace varios meses, ahora debe ajustar las cuentas para poder ofrecer cerveza a sus clientes.

“Lo que consiguen me lo dan. Me dicen que lo traen de Fila de Mariches, un área de Caracas. Tendré que pagar 160,000 bolívares por 20 cajas de cerveza”. Eso le obligará vender la botella en 600 bolívares, más de un día de salario mínimo en Venezuela. “Como vamos, creo que pronto llegará a 1,000 bolívares y salir de noche será muy difícil”. Se necesitarían dos días de salario mínimo para refrescarse con la bebida de cebada.

Cerca de su negocio está La Barrita, una tasca española que se ha convertido en un lugar recurrido por quienes salen de trabajar en la zona. Antonio Martínez está al frente del negocio desde 1979. Esta semana comenzó a hacer colas en licorerías para poder abastecer el negocio que antes surtían los camiones de Polar.

“Todo el mundo se aprovecha, en las licorerías te venden la caja a 10,000 bolívares y limitan el número. No sé qué vamos que hacer porque mucha gente se va cuando se termina la Polar”, dijo el jueves mientras chequeaba las cuentas de las mesas. El camión de la otra marca de cerveza le despachó esta semana una cantidad pírrica para el volumen que vende Martínez. “Nos trajeron tres cajas nada más”.

En las esquinas del estrecho bar están apiladas por los menos cien gaveras que esperan ser llenadas de cervezas. Esa noche el bar se vació más temprano.

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