Cuando miro a los ojos de mi hijo me veo a mí con su edad, y recuerdo cosas de mis padres que en muchas ocasiones engrandecen mi corazón y que en otras lo ensombrecen. Pero no son malos recuerdos ¡ni mucho menos! Si no porque a veces la disciplina recibida no es la que se comparte siendo adulto.

Pareciera que el corazón nos deja de latir cuando nuestros hijos no están bien.

Nuestros hijos no sólo desean cosas de nosotros sino que también las necesitan. A veces nos piden ayuda, nos dan un abrazo o hacen un berrinche para llamar nuestra atención.

Últimamente oigo hablar de las “relaciones tóxicas” con demasiada frecuencia y me doy cuenta de que muchas personas generalizan y no saben bien de qué se trata. Por eso, aquí defino qué son y cómo podrían estar afectando tu pareja y tu familia.

Hay diversas opiniones encontradas sobre este tema, la verdad es que no creo que se pueda ser del todo objetivo, pero según parece la balanza se inclina más hacia el lado de que es mejor tratar a los niños como adultos. Veamos las razones por las que deberías hacerlo.

Ser madre modifica nuestro hábitos, tiempos y actividades. Solías pasar horas produciéndote para una salida y ahora sólo usas unos minutos porque tenés que bañar y vestir a los chicos. ¿Te acordás de todo lo que hacías antes de tener una familia? ¡Cómo cambia la vida con hijos!