La educación de nuestros hijos en las edades más tempranas es algo exclusivo de los padres. Pero llega un momento en el que entran en comunicación con otros niños en la escuela y con otra de las figuras importantes en su aprendizaje: el maestro o la maestra.

Seguramente, cuando ibas a la escuela había al menos un par de mellizos en todo el colegio. Pero ahora, en tiempos cuando los embarazos múltiples son cada vez más comunes, se trata de una situación a la que los educadores se enfrentan varias veces todos los años.

El fracaso escolar es un tema muy extenso, con múltiples orígenes, y que debe de ser tratado desde diferentes perspectivas. A veces el fracaso escolar en edad temprana se puede llegar a dar por un problema de vista no diagnosticado o por aburrimiento en caso de niños superdotados.

De repente miramos a nuestros hijos y nos asombramos de lo desenvueltos que son. Admiramos el manejo que tienen de la tecnología, incluso superándonos ampliamente, como es mi caso, que hasta mi hija de 8 años me da clases magistrales de computación. Disfrutamos de lo capaces que son cuando se hacen responsables de sus tareas escolares, incluso, de cómo mantienen en orden su ropero y su cuarto y de lo bien que se desempeñan socialmente. Entonces nos invaden preguntas, como la de cuándo están preparados para ir y regresar solos del colegio.

Es posible que durante el transcurso de la vida escolar de nuestros hijos nos surjan inquietudes que debamos plantearles a sus maestros, ya sea por motivos de los contenidos o por la relación con sus compañeros. Como en cualquier diálogo, es importante el planteo de las cosas, para que todo llegue a buen puerto, pensando sobretodo que nuestro mayor interés es que nuestro hijo encuentre una solución al problema que tiene.

El primer día de clases suele ser bastante estresante para los niños. Comenzarán un nuevo año, con un nuevo docente y tal vez nuevos compañeros. Probablemente estarán un poco ansiosos y nerviosos, porque se pondrán un uniforme nuevo y utilizarán nuevos materiales.