¿No nos escuchan o no hacemos nada para que nos escuchen? Parece un desafío, nosotros les hablamos pero ellos no nos prestan atención, en particular cuando les damos órdenes.

La tecnología nos ha obligado a estar todo el día pendientes del teléfono móvil para estar atentos a nuestro trabajo y grupos sociales, sin embargo como papás debemos de poner un alto y aprender a escuchar a nuestros hijos. Sin importar la edad que tengan, ellos necesitan de nuestra atención y amor.

Permitirle a los hijos hacer todo lo que desean es un estilo de crianza que puede traer muchos problemas a la larga. ¿Qué tipo de problemas? Tanto en la educación del niño, como en su desarrollo y en la relación familiar.

Desde el momento en que nace nuestro hijo los padres invertimos tiempo y dinero en ayudarle a crecer, a desarrollarse y a formarse en una persona que sepa desenvolverse en sociedad y en la vida misma. Le leemos, le enseñamos colores y números, revisamos sus tareas escolares... pero muchas veces olvidamos lo más importante de todo: enseñarle a expresar, dominar y controlar sus emociones.

El estrés es el peor enemigo de una madre y de una familia. Los malos pensamientos también son un gran enemigo que se meten en la cabeza y que resulta difícil dejarlos escapar, pero hay un método muy fácil que te ayudará a sentirte mejor casi instantáneamente. Hazme caso, yo lo hago cada día de mi vida.

¿Por qué será que a los chicos (y a los grandes...) les cuesta tanto disculparse cuando hacen algo malo? ¿No reconocen sus errores? ¿O no desean reconocerlos? En los próximos párrafos reflexiono sobre estas cuestiones y dejo algunas ayudas para enseñar a tus hijos a pedir disculpas.