"La carrera hacia la muerte permanecerá": qué hay detrás del accidente que cobró la vida de 10 personas en Texas

El vuelco de una camioneta que transportaba a alta velocidad a una treintena de inmigrantes por una carretera de Texas y que dejó un saldo de al menos 10 muertos y cerca de 20 heridos, es la más reciente tragedia en la frontera con México. “Y lamentablemente no será la última”, dice Teodoro Aguiluz, director ejecutivo de CARECEN en Houston.

Video "Solo vi la gente muerta", el desgarrador testimonio de un sobreviviente del accidente donde murieron 10 migrantes

El vuelco de una camioneta que transportaba a alta velocidad a una treintena de inmigrantes por una carretera del condado de Brooks (Texas) y que dejó un saldo de al menos 10 muertos y cerca de 20 heridos, es la más reciente tragedia en la frontera con México. “Y lamentablemente no será la última”, dice Teodoro Aguiluz, director ejecutivo del Centro de Recursos Centroamericanos (CARECEN) de Houston.

Las autoridades de Encino, sur de Texas, sospechan que la causa del accidente, que tuvo lugar en la Autopista 281, a unas 80 millas al norte de McAllen, fue la velocidad a la que transitaba el vehículo. Hasta ahora las autoridades consulares han confirmado que entre los fallecidos hay al menos tres mexicanos.

“Vi la noticia en la prensa”, dice Rogelio Núñez, director del Proyecto Libertad, en Harlingen (sur de Texas fronterizo con México.

“Conozco esa zona. Los coyotes toman a la gente nada más pasar y los llevan hasta poco antes del puesto de control de la Patrulla Fronteriza (Border Patrol). Ahí los dejan, los migrantes avanzan a pie por los ranchos y más adelante, pasado el check point los vuelven a subir y los llevan al destino”, agrega.

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Para los activistas, la preocupación del conductor y la carga fueron más importantes que la vida de los migrantes.

“No es la primera vez”

Núñez insiste en que “no es la primera vez que ocurre una tragedia y tampoco será la última”. Y agrega que “todo esto ocurre porque así está hecha la política migratoria. Y la gente en sus países, allá en Centroamérica que no conoce el terreno, igual se avienta y viene, y cuando cruza o incluso en el lado mexicano, tratará de hacer hasta lo imposible por llegar sano y salvo, como sea”.

“Por lo general antes del puesto de control se bajan para cruzar por los ranchos. Pero ahí también enfrentan dificultades. Los pueden agarrar y deportar. En esa zona siempre hay llamados de gente que se pierde, que los dejan abandonados o que sufren algún tipo de accidente”, explica.

Tras una pausa, dice: “Mire, la política de la frontera es así. Hay mucho reforzamiento, los coyotes siempre van a buscar la manera de burlar a la autoridad y buscarán cada vez zonas más aisladas. O como en este caso, tratan de hacerlo lo más rápido posible y vea usted las terribles consecuencias. La gente se muere en el intento de no ser agarrado”.

Carrera hacia la muerte

“La política migratoria de Donald Trump impuso mayores restricciones a la entrada de inmigrantes, sobre todo proveniente de América Central y México, muchos de los cuales huyen de la pobreza y la violencia”, dice Petra Falcon, directora ejecutiva de Promise Arizona. “Les cerraron muchas de las avenidas legales para entrar, pero la desesperación los obliga a tomar riesgos”.

“La manera de reparar esto es con legislación en el Congreso en Washington, pero ese camino se encuentra estancado. Mientras tanto, las necesidades aumentan en los países de donde la gente huye, sobre todo ahora con la pandemia del coronavirus”, añade.

Falcon dice además que “mientras no haya condiciones para un viaje seguro y saludable de estas personas, la carrera hacia la muerte permanecerá. Y los migrantes no solo se exponen a sufrir accidentes, sino también al ataque de los mismos coyotes que los transportan”.

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“Mire, Trump cerró mucho los caminos legales y Biden está tratando de restablecerlos, pero falta mucho todavía. Y para arreglar todo esto y evitar las muertes, todos tenemos que hacer un esfuerzo extra, incluso las personas que viajan, que midan bien los riesgos antes de tomar la decisión de cruzar. Pero sobre todo el Congreso debe cambiar y modernizar las leyes”, indicó.

El precio de la carga

Mientras las cosas sigan tal cual están, “el negocio del cruce seguirá operando”, dice Núñez. “Recuerde que desde los años noventa la política de la frontera se hizo para que la gente tome mayores riesgos por zonas cada vez más peligrosas”.

El activista precisa que el cruce ilegal por la frontera es una especie de carrera contra el tiempo para no ser atrapado y deportado. “La gente va a buscar lugares para burlar a las autoridades, caminos o rutas poco conocidos donde no existe seguridad para los vehículos, para no ser atrapados”.

“Todo esto lleva a las personas a arriesgarse. Los migrantes no solo huyen de sus países por la pobreza, la falta de empleo, la corrupción de los gobiernos y el covid. Todo eso los mata y por eso prefieren asumir los riesgos y venir a Estados Unidos. Y saben, cuando toman la decisión de viajar, que aquí también los perseguirá la muerte”, indica.

Nuñez cuenta que, por informaciones entregadas por los mismos migrantes que cruzan la frontera, el viaje desde Centroamérica cuesta entre $7,200 y $12,000 por individuo. “Todo esto lo tienen organizado. Y la persona sabe que cuando cruce, deberá montarse en un van donde habrá otros 20 o 30. Es la desesperación la que los lleva a esto. Aún así, todos los días vemos el espíritu humano de gente que trata de encontrar trabajo, libertad y poder sacar adelante a sus familias”.

“Hacen lo que tienen que hacer”

Las respuestas no están cerca y el Congreso no evidencia mayor interés por cambiar las leyes migratorias en el corto plazo que permita normalizar la situación en la frontera.

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La vía legislativa ha sido presentada muchas veces en las últimas dos décadas en Washington DC, pero el debate político no avanza. “Mientras siga estancado, aumente la escasez de trabajadores en Estados Unidos y la pobreza y las necesidades en Centroamérica, el sistema seguirá poniendo en riesgo la vida de estas personas”, dice Bárbara Hines, abogada de inmigración y exprofesora de la Clínica Legal de la Facultad de Leyes de la Universidad de Texas, en Austin.

“No sabemos todavía como contrarrestar esta situación sin que se produzcan los cambios. En el Triangulo Norte (El Salvador, Guatemala y Honduras) y México sigue habiendo mucha violencia, mucha necesidad y la gente esta haciendo lo que tiene que hacer. No les queda otra opción. Mientras tanto, tenemos que seguir trabajando para encontrar soluciones, pronto, o esto se pondrá más peligroso”, apuntó.

Para Angélica Salas, directora ejecutiva de la Coalición por los Derechos de los Inmigrantes de Los Ángeles (CHIRLA), “la vida debe ser lo más importante para los inmigrantes que toman la decisión de viajar a Estados Unidos”.

“Hay que pensar sobre las reales consecuencias del viaje, que la muerte estará presente durante todo el trayecto. Pero la gente está desesperada y corre riesgos como estos, los vividos ayer en el condado Brooks (Texas)”.

Salas dijo además que “desde aquí en Estados Unidos es difícil comprender, pero esta gente sufre, está desesperada. Solo puedo pedirles que controlen la angustia, piensen y no se arriesguen. Y al gobierno y al Congreso que dejen de lado la indiferencia y hagan lo que les venimos pidiendo durante años, que reformen y humanicen las leyes de inmigración”.

Mientras ello ocurre, “la muerte seguirá siendo uno de los riesgos que corre el inmigrante que viene en busca de trabajo y seguridad”, dice Aguiluz. “Eso sí duele el alma”, concluyó.