Las deportaciones de mexicanos alcanzan su punto máximo en la era Trump, pero siguen lejos de las cifras récord de Obama

Entre enero y junio de 2018, 109,296 mexicanos fueron repatriados a su país de origen, un 42% más que en el mismo periodo del año anterior. Aunque las cifras siguen sin alcanzar los niveles de Obama, los expertos advierten del aumento de la presión en la frontera.

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El número de mexicanos deportados de Estados Unidos aumentó en el primer semestre de 2018, alcanzando el máximo punto desde que el presidente Donald Trump llegó a la Casa Blanca con un discurso que criminalizaba a los inmigrantes y a los mexicanos en particular. No obstante, ese número está lejos de alcanzar los niveles a los que se llegó en los primeros años del gobierno de Barack Obama.

Según datos de la Unidad de Política Migratoria de la Secretaría de la Gobernación (Segob) de México, en los seis primeros meses de 2018, las autoridades estadounidenses deportaron a 109,296 mexicanos, la mayoría de ellos a través de puestos fronterizos de Baja California y Tamaulipas.

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En total, los 'eventos de repatriación', el nombre que le da el gobierno mexicano para no descartar a los migrantes que hayan podido ser regresados a su país en más de una ocasión y que incluye a deportados y retornados en la frontera , fueron 32,397 menos, lo que supone un descenso del 42% respecto al mismo periodo en 2017 cuando se deportó a 76,899 mexicanos.

Por puerto de entrada, el lugar por donde se repatrió a más mexicanos fue la garita del puente Juárez-Lincoln en Nuevo Laredo, en Tamaulipas (18,026), seguido de la del Chaparral en Tijuana (17,813) y la de Mexicali (17,026), ambas en Baja California.

Donde cayó el número de ingresos de deportados fue en el aeropuerto internacional Benito Juárez de Ciudad de México donde, según la Unidad de Política Migratoria, a partir del 29 de mayo los vuelos fueron suspendidos por la autoridad migratoria estadounidense "hasta nuevo aviso".

Lejos de los máximos de la era Obama

"Vemos un aumento progresivo de deportaciones desde que comenzó Trump, especialmente desde el cuarto trimestre de 2017", cuando empezaron a superar los 15,000 deportados por mes, apunta Marie-Laure Coubès, investigadora del Colegio de la Frontera Norte (Colef), un centro de estudios mexicano especializado en temas sociales y fronterizos

Y si bien señala que los niveles de deportaciones mensuales actuales se aproximan a los de los últimos años del gobierno de Barack Obama, están lejos de los casi 70,000 mexicanos repatriados en marzo de 2009, el año en el que esa administración rompió los récords de deportaciones.

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Esa cifra dista considerablemente de los 167,064 del año pasado, el mínimo en la última década, el primero completo de Trump en el poder.

Más presión a la frontera

El aumento en las deportaciones lo notan desde hace meses las organizaciones que reciben a los migrantes en la frontera, como apunta José María 'Chema' García Lara, director del albergue Juventud 2000 de Tijuana.

A García Lara le preocupa especialmente que, con las nuevas prioridades de deportación de Trump, que incluyen a migrantes bien establecidos en Estados Unidos aunque no hayan cometido delitos, llegan a la frontera mexicanos que ya no conocen su país de origen y "dejan familias, recursos y propiedades" del otro lado.

Un joven de 17 años de Guerrero es atendido por un trabajador de un albergue de menores migrantes en Tijuana
Un joven de 17 años de Guerrero es atendido por un trabajador de un albergue de menores migrantes en Tijuana
Imagen Mario Tama/Getty Images


"Es muy complejo cuando gente que lleva muchos años en Estados Unidos es deportada porque tienen que adaptarse a una forma de vida muy diferente a la que estaban acostumbrados", apunta. Y lamenta que no haya suficientes programas de integración que les de seguimiento para ayudarles a "no tomar malas decisiones".

Generalmente, a los deportados se les ayuda a sacar los papeles para poder empezar de nuevo en México: desde su acta de nacimiento hasta su credencial de elector (documentos que necesitan para trabajar) y también se les da asistencia para viajar a otras partes del país si lo requieren.

En el caso de los migrantes que dejan familia al otro lado de la frontera, por lo general prefieren quedarse en las ciudades limítrofes para seguir cerca de los suyos, apunta García Lara. Y dice que en esos casos es necesaria la integración laboral y social. "Como organizaciones civiles, intentamos ofrecerles alternativas con programas de ayuda como talleres de capacitación para integrarse más fácilmente", afirma.

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Sumado al aumento de deportaciones de mexicanos, el director del albergue Juventud 2000 asegura que en los últimos dos meses, en la frontera se ha registrado también un incremento considerable de migrantes de los estados de Michoacán y Guerrero que llegan a esa ciudad fronteriza huyendo de la violencia. "Todos los días llegan de 10 a 15 personas de esos estados a (la garita de) Chaparral buscando refugio (...) Es inédito. Están saliendo porque están siendo desplazados de forma violenta", apunta.

Por eso, la llegada de más deportados aumenta la presión a las ciudades fronterizas, así como la decisión de dejar de enviar a deportados a través del aeropuerto de Ciudad de México que, según Marie-Laure Coubès del Colef, el gobierno de Estados Unidos tomó de manera unilateral y sin dar explicaciones.

"Deportar a mucha gente a estados como Tamaulipas no es una buena opción, especialmente a ciudades con fuertes problemas de violencia como Reynosa", lamenta Coubès.