CARACAS, Venezuela. - La fe de los católicos en Venezuela parece a prueba de balas. A pesar de la represión inédita que se ha visto en la última semana en contra de los manifestantes de la oposición, que ya ha dejado al menos cuatro fallecidos y cientos de detenidos, los creyentes tratan de seguir adelante con sus rituales en medio de una Semana Santa atípica.
Ataques a curas y saboteo de misas: en Venezuela ni la iglesia se libra de la violencia en Semana Santa
En medio de una nueva ola de protestas y de la represión policial, a los católicos de Venezuela les toca esquivar bombas lacrimógenas, padecer el saboteo de las misas y hasta donar harina de trigo para poder comulgar.

Por primera vez no predomina el olor a sahumerio o a incienso en estos días en los que los católicos conmemoran la muerte y resurrección de Jesucristo. En su lugar caen bombas lacrimógenas y gases pimienta. Pero, en medio del caos, los fieles han sabido programarse y alternan las protestas con las misas, durante una semana que fue decretada “feriada” por el propio gobierno nacional.

Tan distinta es esta Semana a todas las anteriores que el miércoles, en la ciudad de San Cristóbal, en el estado occidental de Táchira, algunas iglesias amanecieron con pintadas de "muerte a los curas". Horas después, en Caracas, tras la misa en honor al Nazareno de San Pablo celebrada en la Basílica de Santa Teresa, en el centro de la capital, los seguidores del oficialismo se cayeron a puños dentro del templo contra algunos fieles opositores.
Unos segundos antes, el cardenal Jorge Urosa Savino había concluido la eucaristía diciendo “nuestra salvación está en el Señor Jesucristo”. Tuvo que repetir hasta dos veces seguidas la frase y con ímpetu para acallar un coro de voces dentro del templo que pretendían opacar su mensaje de fe y esperanza al gritar: “¡Viva Maduro!”, “¡Fuera de aquí!”.
La celebración católica se produce en medio de las protestas opositoras en rechazo al Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), al que acusan de haber dado un "golpe de Estado" contra la Asamblea Nacional (AN) por despojarla de sus competencias, aunque luego revirtieron la medida.
El gobierno ha rechazado las manifestaciones como intentos de sabotear la Semana Santa. "Estos sectores extremistas promueven hechos de violencia en los días en que nuestro pueblo celebra el asueto de Semana Santa asumiendo así el papel de anticristos, pretendiendo arrebatarle a los venezolanos su derecho a la paz, a la tranquilidad durante esta temporada", afirmó el lunes el ministro de Interior y Justicia, Néstor Reverol.
El cardenal Urosa dijo a Univision Noticias que, desde el punto de vista sociopolítico, esta es la peor Semana Santa de la historia de Venezuela.
Homilías politizadas
"Luchar por la paz", eso es lo que buscan los venezolanos con sus protestas de los últimos días, según el cardenal Urosa. Por eso, descarta la "represión vil y sangrienta" que se ha visto en la última semana.
“La situación del país es absolutamente excepcional y trágica", afirmó. "Estamos ante un gobierno dictatorial que quiere acabar con los derechos de los ciudadanos para dárselos todos al presidente y así anular la voluntad expresada en las elecciones. Nos sentimos sumamente preocupados e indignados por el exceso de represión. Sin embargo, nos preparamos con una gran esperanza para recibir al pueblo, para que la gente se acerque a Dios y exprese su fe”, afirmó.

El venezolano es creyente en su mayoría, sin distingo de clases sociales. Según un informe de Latinobarómetro, en 2013, un 79% de los venezolanos se identificaban como católicos.
En estos días, esto se evidencia en todos los templos, desde la San Juan Bosco de Altamira, en una zona rica del este de la capital, hasta la iglesia Nuestra Señora de la Encarnación de El Valle, en un barrio del oeste de Caracas.
En ese último templo en un domingo reciente, los fieles escucharon cómo el sacerdote, monseñor Trinidad Fernández, pidió por la paz de Venezuela incluso antes de hacer la señal de la cruz para después leer un comunicado emitido por la Conferencia Episcopal Venezolana respecto a la sentencia del Tribunal Supremo de Justicia en el que desconocía a la Asamblea Nacional.
“Una nación sin parlamento es un cuerpo sin alma (…) Es hora de preguntarse muy seria y responsablemente si no son válidas y oportunas, por ejemplo, la desobediencia civil, las manifestaciones pacíficas, los justos reclamos a los poderes públicos nacionales y/ o internacionales y las protestas cívicas…”, leyó Fernández y los fieles aplaudieron.
La crisis de las hostias
En una Venezuela donde falta papel higiénico, leche, café y pañales, tampoco hay harina para las hostias. El párroco de esta iglesia, Douglas Buenaño, pidió a los fieles que contribuyeran con la que fuera, “todo uso” o no leudante, pues las Siervas de Jesús, congregación encargada de hacer las hostias consagradas, ya no tienen cómo fabricarlas. Otros incluso han iniciado campañas por sus redes sociales apelando a la generosidad de los feligreses.
“Este problema comenzó en agosto de 2016, pero el mes pasado se agudizó. He tenido que pedirle hostias prestadas a otros párrocos, así como a nuestro Seminario. Antes uno llamaba a las hermanas, le encargaba las hostias por teléfono y luego las pasaba buscando. Hace dos semanas me dijeron que no podían entregármelas hasta que no les llevara la harina. Menos mal que esta gente es muy noble. Hicimos el llamado y de poquito en poquito, de bolsitas que no llegan ni a medio kilo, hemos ido juntando algo para llevarle a las hermanas”, explicó Buenaño.
Alexander Morales, otro sacerdote de la parroquia e inventor de la campaña, comentó alarmado que en el momento de mayor crisis, registrado hace 15 días, decidieron fraccionar la hostia grande utilizada por el sacerdote para compartirla con los fieles.
Mientras, en una de las casas de las Siervas de Jesús, ubicada en la parroquia Altagracia de Caracas, la religiosa Carmen Suárez, encargada del taller, sigue batiendo la mezcla para las hostias y vertiéndola sobre una plancha caliente con la inscripción IHS, monograma surgido del nombre griego de Jesucristo. “La crisis llegó al extremo del 13 al 17 de marzo cuando no conseguimos dónde comprar harina (...) Tuvimos una semana sin vender hostias, cuando en condiciones normales en ese mismo período producimos entre 40,000 y 60,000 hostias. Dijimos: “¡Dios mío, señor!”.
María Concepción Gómez, directora de la casa de las Hermanas Siervas de Jesús, asegura que también han tenido que dosificar la entrega de las hostias para que nadie se quede sin comulgar y denuncia que quienes le ofrecen la harina especulan con los precios. “Estamos luchando para que no se paralice Caracas, Barquisimeto, Apure, los estados llaneros y Barcelona”, asegura Gómez.
Entretanto, la solución para garantizar las hostias de Semana Santa sigue estando en manos de los fieles. Al salir de su misa en El Valle, un barrio del sur de Caracas, Zulay Rodríguez asegura que contribuirá con su iglesia aunque esto implique sacrificios: “Creo que me tocará hacer cola, pero vale la pena, ¿no? Uno después de comulgar sale como limpiecito”.
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