La reunión del Colegio Electoral, normalmente una formalidad, atrajo más atención este año debido a las afirmaciones infundadas de la campaña de Trump de una elección manipulada y sus infructuosas maquinaciones legales para tratar de anular los resultados.

La desesperación acorrala a Donald Trump ante su inminente salida de la Casa Blanca y ahora está haciendo llamadas él mismo para tratar de revertir su derrota en Pensilvania.

Trump y su equipo han atacado las elecciones por considerarlas fraudulentas y han presentado una serie de demandas para tratar de bloquear los resultados en seis estados de batalla. Pero han encontrado poca simpatía por parte de los jueces, casi todos los cuales desestimaron sus quejas sobre la seguridad de las boletas por correo, que millones de personas solían votar desde sus hogares durante la pandemia de COVID-19.

La apelación ocurrió un día después de que el gobernador Tom Wolf dijera que había certificado al demócrata Joe Biden como el ganador de las elecciones presidenciales en Pensilvania.

La campaña de Trump buscó una orden de restricción temporal para evitar la certificación, y ya se comprometió a disputar los resultados finales de las elecciones incluso si el Departamento de Estado emite la certificación formal.

En la Iglesia Luterana de Cristo en la ciudad de Reading, de mayoría hispana, el día de las elecciones, las filas eran largas y se movían lentas, a pesar de que era mediodía, cuando menos personas suelen votar. Los trabajadores electorales del interior tuvieron problemas para discernir los nombres de los votantes, que eran principalmente latinos.