Después de las vacaciones, en definitiva, después de bastante tiempo sin ir al colegio, el regreso a clases se puede convertir en un momento muy duro para nuestros hijos. Como padres podemos y debemos ayudar a que ese regreso a la escuela sea lo menos impactante posible para que el niño pueda enganchar pronto el ritmo de estudio sin traumas, ni tristezas.

Los padres muchas veces tienen miedo a que sus hijos sean objetivo de los niños malos de la clase, pero en la mayoría de los casos no están preparados para saber que ellos mismos son "los malos", es decir, los que se comportan mal entre sus compañeros en el colegio.

La educación de nuestros hijos en las edades más tempranas es algo exclusivo de los padres. Pero llega un momento en el que entran en comunicación con otros niños en la escuela y con otra de las figuras importantes en su aprendizaje: el maestro o la maestra.

Seguramente, cuando ibas a la escuela había al menos un par de mellizos en todo el colegio. Pero ahora, en tiempos cuando los embarazos múltiples son cada vez más comunes, se trata de una situación a la que los educadores se enfrentan varias veces todos los años.

El fracaso escolar es un tema muy extenso, con múltiples orígenes, y que debe de ser tratado desde diferentes perspectivas. A veces el fracaso escolar en edad temprana se puede llegar a dar por un problema de vista no diagnosticado o por aburrimiento en caso de niños superdotados.

Es posible que durante el transcurso de la vida escolar de nuestros hijos nos surjan inquietudes que debamos plantearles a sus maestros, ya sea por motivos de los contenidos o por la relación con sus compañeros. Como en cualquier diálogo, es importante el planteo de las cosas, para que todo llegue a buen puerto, pensando sobretodo que nuestro mayor interés es que nuestro hijo encuentre una solución al problema que tiene.