Después de 12 temporadas, una serie ya no tiene demasiado nuevo para hacer...salvo crossovers. Mucho mejor si ese episodio es animado y sobre una serie que es parte de la infancia de muchos. La diferencia es que en Scooby Doo, casi todas las historias sobrenaturales al final tienen una explicación realista, mientras Supernatural es, como su nombre lo indica, algo más extraña. Es raro, porque generalmente sería a la inversa.

Por si todavía hacía falta comprobar la importancia que ha cobrado Netflix en la competencia con los canales tradicionales de la TV estadounidense por la producción de series propias, ahora el servicio de streaming se ha asegurado la colaboración de uno de los nombres más importantes de la animación, que también ha optado por esta plataforma para su nueva creación, su primer gran proyecto después de los enormes éxitos de Futurama y Los Simpson.

No toda la animación es exclusiva para niños. A través de ella también pueden contarse historias de contenido profundo, imaginativo y surrealista que dejan a los adultos llenos de preguntas y de horas y horas de análisis por venir.

Dan Castellaneta es un actor y comediante estadounidense que se volvió conocido mundialmente por ser quien le da voz (en inglés) a Homero Simpson, desde que la familia de Springfield creada por Matt Groening solo aparecía en cortometrajes animados como parte del show humorístico de sketch y variedades The Tracy Ullman Show (1987).

The Sylvester & Tweety Mysteries (Los misterios de Silvestre y Piolín o Las aventuras de Silvestre y Piolín) fue una serie animada de 1995, creada por los estudios Warner Bros. Animation. Es uno de los pocos programas animados en incluir a la mayoría de los personajes creados por el estudio desde la década de los 30, por lo que se ganó muchos seguidores entre los espectadores que habían crecido viendo los viejos cortos de Warner y podían reconocer a estos personajes.

Desde el año 1932, se agregó a los Premios Oscar la terna de mejor cortometraje animado. Dicha categoría fue agregada dado el grado de calidad que habían adquirido las obras de los estudios de animación —principalmente Walt Disney—. No fue raro que dicho estudio fuese uno de los más nominados al Oscar a lo largo de los años.