La desoladora imagen de un padre que sostiene la mano de su hija muerta entre los escombros del terremoto en Turquía
La foto hiela el corazón. Un hombre, Mesut Hancer, está sentado entre los escombros de Kahramanmaraş, la ciudad turca que fue el epicentro del terremoto del lunes 6 de febrero, que hasta la tarde de este martes había dejado al menos 7,500 muertos. Su rostro parece impasible. Sostiene una mano pálida, de un cuerpo sin vida. El de su hija Irmak, de solo 15 años.
Su gesto no muestra lágrimas. Si acaso, una tristeza tan profunda como su determinación. El cadáver de la adolescente permanece en la cama donde dormía cuando ocurrió el primer terremoto, hacia las 4 de la madrugada (hora local).
A ese sismo, de magnitud 7.8, le siguió otra fuerte réplica, de 7.5, unas seis horas después, también este mismo lunes.
Sam Jones, periodista de The Guardian presente en el sitio, describe que el ruido de un mazo, usado por un hombre para hacerse camino entre los escombros, se escuchaba en el lugar donde estaba Hancer e Irmak. Pero el padre, aun cuando ha pasado ya un día de la tragedia, permanecía ahí, al lado del cuerpo sin vida de su hija, quizá consciente de que será la última vez que sostenga su mano.
La imagen es quizá una de las más desoladoras entre un océano de fotografías y videos que muestran la catástrofe que causaron los sismos en la frontera entre Turquía y Siria.
Del otro lado de la frontera, en Azmarin, Idlib, Siria, un hombre fue fotografiado mientras llevaba el cadáver de una pequeña niña en sus brazos, según la agencia AP.
La cifra de muertos crece por miles al pasar de las horas y se teme que escale hasta los 20,000 fallecidos, según las estimaciones de la Organización Mundial de la Salud.
El tiempo apaga las esperanzas de hallar sobrevivientes
En Kahramanmaraş, rescatistas lograron sacar de entre los escombros a dos niños, aún con vida. Uno de ellos estaba en una camilla, en medio de la intemperie, aun cuando las temperaturas en la región rondan entre los 42.8º F y los 26.6º F (6º C y -3º C), informó The Guardian.
Una bebé, que aún estaba unida a su madre fallecida por el cordón umbilical, fue rescatada en Jinderis, Siria. La pequeñita es ahora la única sobreviviente de su familia directa, según explicó Ramadan Sleiman, uno de sus parientes, a la agencia AP.
Pero el paso de las horas (y las bajas temperaturas propias en la región en esta época del año) apaga las esperanzas de encontrar a más personas vivas bajo los escombros, pese a los esfuerzos de los rescatistas que piden silencio a los presentes cada vez que escuchan un sonido proveniente de los edificios derrumbados.
Indignación por la falta de ayuda del gobierno: “No tienen compasión”
La indignación por la falta de ayuda oficial se extendía entre los sobrevivientes, de acuerdo con un reporte de la agencia AFP.
Durante el martes, no habían llegado ayuda ni suministros a Kahramanmaraş, una ciudad de un millón de habitantes, ubicada en el sur de la región turca de Capadocia.
En Antioquía, junto a la frontera con Siria, Ali Sagiroglu llevaba más de 48 horas esperando refuerzos, con la esperanza de hallar con vida a su hermano y sobrino, atrapados bajo los escombros. Los ocho edificios de la urbanización en la que vivían se vinieron abajo. Le preguntaron si había visto a alguna autoridad en la zona: “Ni un solo funcionario”, respondió.
“¿Dónde está el Estado? ¿Dónde están? Mire a su alrededor. No hay ni un solo funcionario, por el amor de Dios. Han pasado dos días y no hemos visto a nadie. Ni siquiera han traído un ladrillo. Los niños han muerto congelados”, exclamó Sagiroglu, indignado.
La mayoría de los damnificados no tenían una tienda para resguardarse. Los que aún tenían coches pernoctaron en ellos. En la madrugada del martes llovió e hizo viento. La temperatura mínima registrada fue de 24.8º F (-4º C).
En la mañana del martes “aún se oían voces que pedían ayuda entre las ruinas, pero se han ido callando”, dijo un hombre de unos 40 años que pidió no ser identificado. “Probablemente la gente murió congelada”.
Entre la devastación, algunos de los familiares esperaban junto a los cadáveres de sus seres queridos, esperando que alguna autoridad fuera por ellos.
Cuma Yildiz, un hombre de 60 años, señaló, airado, la ausencia de las autoridades. “¿Dónde están ahora? ¿Dónde? Hablan y hablan, se pelean como perros, pero ¿dónde están ahora? No tienen piedad. No tienen compasión”.
Muchos de los residentes han optado por emprender ellos mismos el rescate de sus seres queridos. Onur Kayak, de 40 años, ha intentado, con sus propias manos, rescatar a su madre y a su hermano. “He movido tres piedras, pero es demasiado duro. La voz de mi madre sigue siendo clara, pero ya no escucho la de mi hermano”, dijo.
Tres meses de estado de emergencia en 10 provincias turcas
El ministro del interior turco, Suleyman Soylu, visitó Kahramanmaraş el martes, pero aún no había viajado a Antioquía. Las autoridades turcas aseguran que han desplegado a 2,000 rescatistas en las zonas devastadas.
El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, ha declarado el estado de emergencia en 10 de las 81 provincias turcas por, al menos, los próximos tres meses.
El estado de emergencia terminará poco antes de las elecciones generales del 14 de mayo, en las que Erdogan buscará mantener el poder tras 20 años al mando de Turquía.