CAMAGÜEY, Cuba.- Pasadas las cinco de la tarde, en una escuela a la orilla de la Carretera Central en la provincia Camagüey, más de cien estudiantes y profesores se situaban con banderas y uniformes a ambos lados de la vía. “Yo soy Fidel”, gritaban. “Más alto”, replicaba un maestro a los alumnos que seguían coreando la frase más usada durante la peregrinación. Pero las cenizas de Fidel Castro no pasarían por allí durante la jornada del 1 de diciembre. “Estamos ensayando para mañana”, comentó una profesora de preuniversitario.
Las cenizas de Fidel Castro llegan a la cuna de su Revolución
La periodista cubana Elaine Díaz Rodríguez aprovecha la llegada de la caravana con las cenizas del líder comunista al oriente de la isla para revisar los discursos que este hizo en esos lugares en 1959 en su paso con el ejército rebelde tras el triunfo de la revolución.

Hacía apenas algunas horas la Caravana de la Libertad había dejado la provincia Sancti Spíritus, donde Fidel Castro entró el 6 de enero de 1959, a las dos de la madrugada. “Es posible que el pueblo (...) nos reciba a nosotros con la sensación de que la Revolución ha llegado al poder, y que, por lo tanto, los jóvenes revolucionarios están mandando en Cuba”, dijo desde el balcón de la Sociedad “El Progreso”, Sancti Spíritus, en 1959. “Y ocurre al revés (...) desde que vemos que quien manda aquí es el pueblo nos sentimos llenos de admiración y de emoción de ver a un pueblo mandando”, añadió.
Esta vez, las cenizas del líder de la revolución, fallecido la semana pasada a los 90 años, llegaron en el convoy que deshace los pasos de su ejército rebelde de camino a Santiago de Cuba, donde será enterrado este domingo.
En la carretera central, cercana a la Terminal de Ómnibus, buses de turistas con destino a la cayería norte de Ciego de Ávila se detenían para esperar el paso de la Caravana. Los cubanos concentrados en el lugar levantaban las banderas cada vez que se aproximaba el helicóptero que seguía el recorrido por todo el país. Un anciano guardaba silencio mientras el resto coreaba “Yo soy Fidel” tras la llegada del primer auto de la Caravana. Solo cuando pasó el carro que trasladaba los restos del Comandante en Jefe, el anciano gritó “Viva Fidel”.
Las cenizas reposaron en la Plaza Ignacio Agramonte, en Camagüey, y siguieron su rumbo hasta Bayamo temprano el viernes. Desde las 9 de la noche se celebró una vigilia donde participaron alrededor de 200 artistas, según reportes de la prensa local.
Revisando el discurso de Fidel
El 4 de enero de 1959, cuando Fidel llegó a esta ciudad, todavía se escuchaban disparos de combate. “Yo quisiera ver al pueblo, y la luz no me permite ver”, dijo refiriéndose a las luces que estaban usando los periodistas. “A pesar de todo, brindémosles a los periodistas todas las facilidades, porque para eso hay libertad de prensa en nuestra patria”, añadió en uno de los discursos con respecto a las libertades civiles más significativas de la historia cubana.

“Todo el mundo sabe que mientras quede un revolucionario en pie habrá libertad de prensa en Cuba. Quien dice libertad de prensa, dice libertad de reunión; quien dice libertad de reunión, dice libertad de elegir sus propios gobernantes libremente”, sentenció. “Cuando se habla de un derecho después de la Revolución triunfante, se habla de todos los derechos; derechos que son derechos porque no se pueden arrebatar, porque el pueblo los tiene asegurados de antemano”.
Sin embargo, aunque la Revolución cubana garantizó el acceso a sistemas de educación y salud públicos y universales, cambió la estructura de propiedad sobre la tierra, aprobó la reforma urbana que garantizó a cientos de miles de personas pobres a una vivienda digna durante los primeros años, las libertades civiles fueron limitadas debido, en parte, a la relación adversa con Estados Unidos. La supervivencia política de la Revolución dependió de un falso sentido de la unidad que marginó cualquier pensamiento que no se alineara estrictamente con la política oficial del gobierno. Cuba se convirtió en una plaza sitiada y las promesas de libertad de prensa, de asociación y de reunión quedaron como deudas.
La caravana recorrió también el viernes Las Tunas, donde se calcula hubo alrededor de 200,000 pobladores a lo largo de más de 65 kilómetros y siguió hasta Holguín para concluir en Bayamo, Granma. En esta ciudad, sitio donde se inició la primera guerra por la independencia de Cuba el 10 de octubre de 1868, y por donde desembarcó Fidel en el yate Granma hace sesenta años, varios jóvenes se juntaban en uno de los parques de acceso a Internet. Un cartel rezaba “Ahora sí ganamos la guerra”, con las fotos de Fidel y Raúl Castro. La frase hace referencia al encuentro entre ambos hermanos en Cinco Palmas. Ese día contabilizaron siete fusiles en total.
En el parque, una joven estudiante de medicina hablaba de la necesidad de “salvaguardar las conquistas de la Revolución” y “darle continuidad al pensamiento de Fidel”. No especificaba cuáles, solo decía “todos”. De alguna manera, en ese “todo” cabían tanto los derechos fundamentales alcanzados por los cubanos después de 1959 como las deudas económicas y políticas que aún tiene la nación 57 años después.
































