El cáncer de mama no solo se combate en los hospitales, sino también con la información que consumimos. En la comunidad latina persisten mitos que pueden afectar la salud de las mujeres y retrasar un diagnóstico temprano que puede ser básico para frenar y eliminar la enfermedad. En Estados Unidos, el cáncer de mama es la principal causa de muerte oncológica entre las mujeres latinas.
Mitos sobre el cáncer de mama en la comunidad latina: lo que dice la ciencia
La desinformación sobre la principal causa de muerte por cáncer entre las mujeres latinas en Estados Unidos abarca desde mitos sobre la maternidad y el uso de desodorantes, hasta temores infundados sobre los exámenes necesarios para la detección temprana del cáncer de mama.


Durante el mes de concientización sobre el cáncer de mama, desde elDetector revisamos estudios médicos y consultamos con especialistas en oncología para desmontar algunos de los mitos comunes sobre esta enfermedad.
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Mito 1: Las mamografías aumentan las probabilidades de cáncer de mama
La doctora en oncología Estelamari Rodríguez asegura que “es un mito” que las mamografías puedan causar cáncer. En una entrevista con elDetector señaló que existe “mucha data que demuestra que los mamogramas son una prueba importante para la prevención y detección del cáncer”.
Explicó que, aunque las mamografías “usan radiación en una dosis muy baja al seno”, no hay “data de que eso suba el riesgo de cáncer de mama”. Por el contrario, “reducen el riesgo de morir de cáncer mamario”, según señala la Clínica Mayo.
La American Cancer Society explica que “la dosis de radiación que se usa para un mamograma de detección para ambos senos es aproximadamente la misma cantidad de radiación que recibiría una mujer de su entorno natural durante un lapso de alrededor de siete semanas” y señala que “los beneficios de la mamografía superan cualquier posible daño que pudiera causar la exposición a la radiación”.
De acuerdo a la Clínica Mayo, “las mamografías desempeñan una función clave en la detección del cáncer mamario” y pueden hacerlo “antes de que cause signos y síntomas”.
La oncóloga, además, enfatizó que es “importantísimo” que todas las mujeres se realicen una mamografía anual a partir de los 40 años, o antes si existe historial familiar de cáncer.
Mito 2: El cáncer de mama solo afecta a las mujeres
Aunque el cáncer de mama es más común en las mujeres, también puede presentarse en los hombres. “Muchas personas no caen en cuenta de que los hombres también tienen tejido mamario”, explica la Asociación Estadounidense del Cáncer en su sitio web.
La oncóloga Rodríguez dijo a elDetector que “tiene pacientes latinos hombres que han tenido cáncer de mama”.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) afirman que “alrededor de 1 de cada 100 casos de cáncer de mama diagnosticados en Estados Unidos corresponde a un hombre”. Mientras que el Instituto Nacional del Cáncer advierte que los hombres tienen una “mayor probabilidad de morir” por esta enfermedad, ya que suele detectarse en “etapas más avanzadas”.
De acuerdo con la National Breast Cancer Foundation, esto ocurre “principalmente porque existe menos conciencia sobre la enfermedad y los hombres tienden a no asociar un bulto con cáncer de mama, lo que provoca demoras en buscar tratamiento”.
Un estudio de la Universidad de Colorado reveló que el 80% de los encuestados desconocía que los hombres pueden desarrollar cáncer de mama, y que el 43% de los hombres dijo que cuestionaría su masculinidad si recibiera ese diagnóstico.
Un caso conocido es el de Mathew Knowles, padre de la cantante Beyoncé, quien hizo público su diagnóstico de cáncer de mama. El productor musical contó que su primera señal de alarma fueron manchas de sangre recurrentes en sus camisas y sábanas, lo que lo llevó a acudir al médico, según relató en una entrevista con Breakfast Television en 2024.
La doctora Rodríguez enfatizó que, al igual que las mujeres, los hombres deben realizarse autoexámenes de manera periódica y que, “si sienten algo [inusual] en el seno”, deben informar cualquier cambio a su médico.
Mito 3: El cáncer de mama te imposibilita tener hijos
Una de las preocupaciones más comunes tras un diagnóstico de cáncer de mama es si será posible tener hijos. Contrario a un mito común, la doctora Rodríguez aclara que el cáncer de mama en sí no afecta la fertilidad, sino que son los tratamientos, como la quimioterapia, los que pueden generar complicaciones.
La quimioterapia “puede dañar los ovarios”, provocando en algunos casos “infertilidad inmediata o posterior”, señala la American Cancer Society. Sin embargo, Rodríguez explica que las “mujeres que han superado el tratamiento y se han recuperado” aún pueden “quedar embarazadas”.
Este fue el caso de Shelly Battista, quien dio a luz a gemelas dos años después de ser declarada libre de cáncer al seno, tras haber perdido ambos ovarios. El embarazo de Battista, según reportaron los medios de comunicación, fue posible gracias a embriones que había congelado antes de iniciar la quimioterapia.
Rodríguez indicó que existen “programas de fertilidad” diseñados para ayudar a quienes han pasado por la quimioterapia, reiterando que el cáncer de mama por sí solo no provoca problemas de fertilidad.
Algunos tratamientos, como la radioterapia, no afectan la fertilidad, apunta la organización Breast Cancer. La misma explica que “la menopausia precoz provocada por la quimioterapia puede ser temporal, especialmente en mujeres más jóvenes. A veces, el regreso de la menstruación puede tardar entre unos meses e incluso un año o más”.
Agrega que “normalmente, las mujeres jóvenes pueden quedar embarazadas después de completar la quimioterapia porque sus ovarios tienen una mayor reserva de óvulos que las mujeres de 40 años o más”.
La American Cancer Society recomienda que las sobrevivientes que desean concebir esperen al menos dos años después de finalizar el tratamiento, aunque aclara que no existe un consenso sobre el tiempo exacto. La decisión de intentar un embarazo debe considerar factores como “la edad, el deseo de tener más hijos, el tipo de cáncer de mama y el riesgo de recurrencia prematura”.
Mito 4: El uso de desodorante causa cáncer de mama
El temor de que el uso de desodorantes o antitranspirantes pueda causar cáncer de mama “se encuentra mucho en internet”, pero es un mito, afirma la doctora Rodríguez. “No hemos visto ninguna data consistente por muchas décadas que demuestre” un vínculo entre la enfermedad y el uso de estos productos, señaló en una entrevista con elDetector.
El Roswell Park Comprehensive Cancer Center, fundado en 1898 y reconocido como la primera institución en el mundo dedicada exclusivamente a la investigación del cáncer, también desmiente esta creencia.
En un artículo titulado “La verdad sobre el uso de antitranspirantes y el riesgo de cáncer de mama”, el centro explica que “ no existe evidencia científica concluyente” de que estos productos provoquen la enfermedad.
El mito, que circuló ampliamente a finales de los años 90, sostenía que sustancias como el aluminio podían ser absorbidas por la piel y acumularse en los ganglios linfáticos, provocando cáncer. Sin embargo, diversos estudios no han encontrado relación alguna entre el uso de desodorantes o antitranspirantes y el cáncer de mama.
Entidades como el Instituto Nacional del Cáncer y la Sociedad Americana del Cáncer coinciden en que no existe evidencia que respalde este vínculo. El Instituto Nacional del Cáncer subraya que “los mejores estudios realizados hasta el momento no han encontrado ninguna evidencia que relacione las sustancias químicas que generalmente se encuentran en los antitranspirantes y desodorantes con cambios en el tejido mamario”.
La doctora Rodríguez agrega que algunas mujeres, tras un diagnóstico, optan por usar productos con menos químicos, una decisión positiva para la salud en general, pero no porque reduzca el riesgo de cáncer de mama.
La información confiable salva vidas. En un tema tan sensible como el cáncer de mama, distinguir entre mito y evidencia científica puede marcar la diferencia entre un diagnóstico temprano y uno tardío. Consultar fuentes médicas, realizarse chequeos periódicos y hablar con especialistas son pasos esenciales para prevenir y detectar a tiempo.
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