El fenómeno del «whitewashing», es decir la elección de actores blancos para personajes que originalmente no lo son, es una práctica recurrente y antigua en la industria hollywoodense, pero que se ha vuelto cada vez más un asunto de sensible debate, que cada vez pasa menos desapercibida y puede llevar a una película a fracasar simplemente por esa razón.

Desde que Heath Ledger interpretó al Joker en The Dark Knight y estableció un nuevo paradigma en la interpretación de un villano salido de los cómics, en la que es la actuación más célebre de su notoria carrera y el personaje más popular y fascinante del cine de superhéroes, en un rol, además, que antes había interpretado nada menos que Jack Nicholson, el Joker parece ser el terreno definitivo en el que puede medirse un actor en un blockbuster hollywoodense.

Todavía repercute la noticia de la pérdida de George A. Romero, legendario e influyente director que dio inicio a todo un nuevo género dentro del cine de terror, pero este fin de semana se dio a conocer otra noticia trágica que ha sacudido al mundo del cine y a los fans del género.

Thor: Ragnarok está próxima a estrenarse, ya se han difundido toda clase de detalles y adelantos, y los fans están a la espera de nuevo tráiler antes de verla.

El experimento de Suicide Squad resultó ciertamente fallido, pero Warner Bros. todavía sigue intentando encontrar una forma de capitalizar el encanto y la popularidad de algunos de sus grandes supervillanos y antihéroes.

Hubo un tiempo, lejano ya, en en el que las comedias parecían ser las representantes más sofisticadas y destacadas de lo que recientemente se había denominado séptimo arte.