Lilian Pérez

Como cuando te gustan dos personas y te sientes bien galán, pero por querer abarcar mucho al final no se puede nada con ninguna y te quedas igual de solo que al principio. Eso es quedarte como el perro de las dos tortas. Seguro es un refrán que ya conocías y hasta has usado, pero ¿sabes qué significa o de dónde salió?

El verano se acerca y con él llegan los infames mosquitos. O mueres de calor encerrado en tu cuarto o abres la ventana para refrescarte, pero corriendo el riesgo de ser devorado por ellos.

(No, la sorpresa no es que te echen raspados en el cabello. Esos son sólo para beber.)

Una lucha por el amor que despierta lo mejor en nosotros. El otro defiende que todo sería mejor si todos nos muriéramos junto con nuestro egoísmo.

Qué bueno que le encontramos el lado gracioso a las elecciones del Estado de México y a que siga ganando el mismo partido de siempre, después de lo que se sienten como 15 mil años bajo sus garras dinosáuricas. Después de tantos corajes es normal que expresemos nuestro descontento de maneras más creativas que nos hagan reír mientras lloramos.

Cuando eras pequeño es probable que tus papás te regañaran con que no vieras la televisión demasiado cerca porque te ibas a quedar ciego. O si te gustaba leer, seguro te prendían más luces porque si leías a oscuras, también te ibas a quedar ciego (o te reprendían porque ya era muy tarde para que siguieras despierto, también).