Ahora sí, no falta nada para el comienzo de la séptima temporada de Game of Thrones. Lo veíamos como una eternidad, y lo fue, pero la tortura ha acabado y estamos a menos de una semana del estreno. Lo de inventar teorías y pensar en lo que podría pasar con el destino de los personajes quedó atrás, ahora tan solo queremos sentarnos y admirar a una de las mejores series que hemos visto.

Si bien Game of Thrones se caracteriza por estar llena de personajes a donde quiera que miremos, la familia Stark es la que por lejos se ha ganado nuestro corazón. Desde el primer episodio nos sentimos más atraídos por la familia de Invernalia, y a pesar de que hemos ido perdieron a muchos de sus integrantes, no podemos evitar seguirlos recordando.

¡Nadie está a salvo! Eso entendimos los fans de Game of Thrones cuando le cortaron la cabeza a Ned Stark en la primera temporada. ¿Qué no era el protagonista? ¿Qué no era el hombre más honorable en todo Westeros? ¿Qué clase de locura es esa, HBO?

A lo largo de las seis temporadas de Game of Thrones hemos visto como todos los personajes han ido cambiando para adaptarse a las circunstancias en las que viven. Y si hay un personaje con el que vimos claramente esa evolución, ha sido Sansa.

Lo pensemos o no, Khal Drogo (Jason Momoa) se volvió un personaje importante para la trama de Game of Thrones, a pesar de que no logró seguir con vida más de una temporada. Y si bien fue desagradable la forma en la que Khaleesi (Emilia Clarke) fue entregada en bandeja al líder de los Dothraki, ahora en retrospectiva sabemos que le ha sido de mucha ayuda.

La primera temporada de Game of Thrones logró dejarnos bien en claro desde un principio que nadie tiene coronita (o que nadie la conserva por mucho tiempo), y que en cualquier momento el personaje más importante puede morir. Pero al momento de la muerte de Ned Stark, cerca del final de la temporada, no estábamos al tanto, y fue un momento que nos dejó sin aire.