Esta semana viaja a Estados Unidos el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador. Dice que viene con la conciencia tranquila a representar a su país en el nuevo acuerdo comercial con Estados Unidos y Canadá. Pero en realidad viene a reunirse no una sino dos veces con el presidente Trump, el gobernante estadounidense que más ha despreciado, humillado y discriminado a los mexicanos a ambos lados de la frontera en los últimos tiempos. Es acaso el peor error que ha cometido AMLO durante una presidencia plagada de disparates cuyas consecuencias pagarán los mexicanos por largo tiempo. También a ambos lados de la frontera.
La postración de AMLO
"La Comisión Hispana del Congreso, integrada por legisladores demócratas, le pidió en vano que cancelara o aplazara el viaje hasta después de las elecciones. Ahora que la visita es irremediable, lo exhorta a reunirse con Nancy Pelosi, la presidenta de la Cámara de Representantes, figura clave en la ratificación del nuevo T-MEC. Dudo que el presidente mexicano acepte".


El gobierno de México sugiere que AMLO solicitó los encuentros. Pero eso es difícil de creer. A poco más de tres meses de las elecciones presidenciales, juéguesela al canelo que Trump y su campaña tendieron la trampa de la invitación y los encuentros, razón por la cual el tercer elemento de la troika, el canadiense Justin Trudeau, no ha aceptado participar hasta el momento en que escribo esta columna.
Trump no hace absolutamente nada que no esté en función de sus aspiraciones reelectorales. Y nunca ha disimulado su desdén por México y los mexicanos, esos que, según él, “traen drogas, crímenes y violadores” a Estados Unidos, ¿recuerdan?
Aun así, AMLO tiene los bemoles de afirmar que también viene – sujétense que esta llega cargada de cinismo – “a agradecer que el gobierno de Estados Unidos tenga un trato respetuoso a nosotros”. ¿Se referirá al muro billonario que Trump expande en la frontera común, el mismo que pretende que los contribuyentes mexicanos paguen de algún modo, pretensión a la que nunca ha renunciado? Es el único muro que divide a dos países vecinos, con una historia común, en nuestro hemisferio.
¿O tal vez AMLO se refiera a que Trump ha convertido al gobierno mexicano en su policía fronteriza, haciendo que las autoridades de México traten con mano dura a los migrantes centroamericanos, cubanos y de otras nacionalidades que intentan llegar a Estados Unidos? Es exactamente lo opuesto a lo que AMLO prometió hacer cuando era candidato a la presidencia.
¿Pudiera ser que esté hablado de las reiteradas amenazas del mandatario estadounidense de imponer mayores aranceles a las importaciones mexicanas? El T-MEC aplacará esas amenazas hasta que Trump vuelva a esgrimirlas como chantaje contra un México debilitado económicamente, que se muestra incapaz de diversificar su comercio exterior.
Ironías aparte, la realidad es que AMLO aceptó venir a darle un espaldarazo político y electoral a Trump debido a las múltiples crisis que encara México y que él no ha sabido mitigar. Su país se asfixia por la incesante violencia criminal, la pandemia de coronavirus que él desdeña y una desaceleración económica, con el consabido desempleo, que comenzó incluso antes que atacara el virus, cuando sus torpes maniobras – como la costosa cancelación del aeropuerto de Texcoco - ahuyentaron las inversiones nacionales y extranjeras.
El viaje de AMLO, el primero que hace al extranjero como presidente, es por encima de todo una confesión de debilidad política y perplejidad gestora. Una penosa postración. Lo secundan sectores empresariales mexicanos que temen hundirse si no “apapachan” a Trump, para expresarlo con un mexicanismo.
Para no incordiar al mandamás estadounidense, AMLO ni siquiera quiere reunirse con Joe Biden, como le han recomendado legisladores y activistas de la oposición estadounidense. El virtual candidato presidencial demócrata lidera las encuestas electorales. Pero AMLO, al parecer, apuesta a que perderá las elecciones, como las perdió Hillary Clinton en 2016; o por lo menos cree que Trump no le dejará asumir la presidencia si gana en noviembre.
La Comisión Hispana del Congreso, integrada por legisladores demócratas, le pidió en vano que cancelara o aplazara el viaje hasta después de las elecciones. Ahora que la visita es irremediable, lo exhorta a reunirse con Nancy Pelosi, la presidenta de la Cámara de Representantes, figura clave en la ratificación del nuevo T-MEC. Dudo que el presidente mexicano acepte.
La renuencia de AMLO a reunirse con líderes demócratas se vería como una confirmación más de que Trump le impuso esta visita como moneda de cambio para suscribir el T-MEC. Desde el inicio de su mandato, AMLO apostó por una política de no confrontación con Trump que tiene sus méritos estratégicos.
Pero su decisión de visitar a Trump a pocos meses de las elecciones en EEUU lleva esa política a un extremo de auto humillación personal y claudicación para muchos mexicanos.
AMLO arriesga con ella su ya maltrecha reputación como líder de su país. El riesgo es mucho mayor – incalculable tal vez - para millones de mexicanos de a pie a ambos lados de la frontera.
Nota: La presente pieza fue seleccionada para publicación en nuestra sección de opinión como una contribución al debate público. La(s) visión(es) expresadas allí pertenecen exclusivamente a su(s) autor(es). Este contenido no representa la visión de Univision Noticias o la de su línea editorial.









