Cuando ganarse la vida se convierte en una pesadilla: hispanos denuncian el odio en el trabajo
Un trabajador de la construcción que fue golpeado por un compañero, molesto porque cobraba menos que él. Una repartidora de periódicos a la que un cliente dejó una nota racista. Una empleada de Walmart que fue reprendida por un comprador porque habló en español con otro. Una trabajadora de un hotel con miedo a que una compañera con la que está enfrentada la delate a agentes de inmigración por ser indocumentada.
En el último año, los hispanos han estado denunciando un aumento de los incidentes de odio antiinmigrante, una tendencia al alza que el propio FBI ha registrado en sus estadísticas anuales sobre crímenes de odio. En un país donde el 17% de la fuerza de trabajo es inmigrante (unos 27 millones de personas, tanto indocumentados como no), no parece que casualidad que muchos de estos incidentes tienen lugar en el contexto laboral. Así lo han denunciado más de una treintena de lectores a Univision Noticias a través de El reporte del odio, un proyecto que trata de documentar los incidentes de odio en Estados Unidos tras la elección de Donald Trump como presidente.
En el trabajo, los retos que usualmente rodean a los incidentes de odio (por ejemplo, determinar si lo que se ha sufrido es lo suficientemente grave como para emprender acción legal, el miedo a denunciar, las dudas o el desconocimiento sobre ante quién hacerlo) se multiplican. Muchos no quieren 'morder a la mano que les da de comer'. Otros dicen que no saben ni a quién ni dónde pedir ayuda. Algunos prefieren aguantar el trato denigrante porque ellos y sus familias dependen completamente de sus puestos de trabajo. Y los indocumentados, además, temen que alzar la voz pueda terminar con represalias y su eventual deportación.
Reyes Negrete, un trabajador de la construcción mexicano, experimentó el tratamiento hostil por parte de otros estadounidenses que trabajaban en su misma obra en una escuela en Campbell, California. Durante la época de las pasadas elecciones presidenciales, dice que un día no dejaron que se sentara con ellos en la mesa a "lunchear": "Me dijeron que no se sentían cómodos con extranjeros".
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En aquella ocasión, Negrete, de 39 años, reportó lo sucedido a su supervisor, pero no tuvo constancia de que hubiera ninguna consecuencia. Volvió a cruzarse en la obra con el trabajador que le hizo el comentario y se sintió incómodo. Según cuenta, de vez en cuando aparecen pintadas antiinmigrantes en los baños portátiles que usan los obreros: "Pone que si regrésense a su país, que no debieron cruzar la frontera, dejan el número de ICE...". Pero ya no se ha animado a decir nada más: "Creo que no serviría para nada".
Efectivamente, algunos incidentes racistas como las bromas, las burlas, las intimidaciones y los insultos están protegidos constitucionalmente: "Es importante discernir hasta qué punto algo es discurso de odio protegido por la Primera Enmienda o dónde cruza la línea del acoso o el hostigamiento", explica Melissa Garlick, del Consejo Nacional de Derechos Civiles de la Anti-Defamation League.
Otros casos son menos sutiles y, por su gravedad, trascienden al ámbito criminal. Amílcar Bermúdez, un inmigrante indocumentado procedente de Guatemala, sufrió una agresión por parte de un compañero de su empresa de asfaltado de carreteras en Lakeview (Florida). "Estaba enojado porque tengo experiencia y a mí me pagaban más y a él poquito". Dijo: ¿cómo es posible, si tú eres un inmigrante?', cuenta Bermúdez. "Me dijo que Donald Trump se iba a encargar de deportarme en una caja a mi país y que me iba a llamar migración y me golpeó".
Bermúdez terminó en el hospital y denunció los hechos ante la policía. "Me hizo daño: me rompió lo que es la boca y yo estaba bien ensangrentado. Se me pusieron los dientes flojos y con el tiempito se me cayeron". Su compañero, que era ciudadano estadounidense de origen hispano, fue condenado y obligado a costear los gastos médicos de Bermúdez, que todavía tiene miedo de volver a encontrarse con él.
En casos de violencia como el de Bermúdez o el del elotero de Los Ángeles a quien un hombre volcó su carro en un incidente que se viralizó, los expertos recomiendan que se acuda a la policía. Garlick sugiere también que, si los afectados no se sienten con confianza para hacerlo por miedo a la deportación, acudan a otras organizaciones. Algunos organismos locales y estatales han tomado medidas especiales para asistir a las víctimas del odio, desde la creación de líneas teléfonicas de denuncia hasta servicios de asistencia psicológica ( California, Connecticut, Delaware, Maryland, Massachusetts, Nueva York, Oregon, Pennsylvania, Vermont, Virginia y la ciudad de Minneapolis, en Minnesota, se encuentran entre los territorios que han respondido al aumento de crímenes de odio desde las elecciones).
El farragoso proceso de denuncia
La discriminación o el trato injusto o desigual de un individuo por motivo de su raza, religión, origen nacional, sexo, orientación sexual, está prohibido por la ley y quien que lo sufra tiene derecho a denunciarlo.
El primer paso es notificarlo en el propio lugar de trabajo ante un superior o ante el departamento de recursos humanos. Si la empresa no responde de forma satisfactoria, entonces puede acudir a la Equal Employment Opportunities Comission (EEOC), la agencia federal que tiene como cometido recoger las quejas y denuncias por cualquier tipo de discriminación, incluida cuando esta se produce por la etnia o la procedencia nacional del afectado.
Las quejas se admiten en un plazo de 180 días tras el incidente (en algunos casos, esta ventana de tiempo puede extenderse hasta los 300 días). Una vez presentado el informe, esta agencia lo notifica a la empresa o al empleador, abriendo la posibilidad para que se llegue a un acuerdo entre las partes. Si no lo logran, la EEOC otorga permiso a la víctima para denunciar al empleador ante la justicia ordinaria.
Pero son pocos los que denuncian: "A veces lo dejan pasar: por miedo, por desconocimiento de que tienen este recurso, por no saber con quién hablar, con quién reportar o porque se lo toman como algo normal", dice Joseph Olivares, portavoz de EEOC.
Además, la mayoría de las denuncias, el 68% en el año fiscal 2017, se cierra sin que EEOC haya encontrado “una causa razonable” que pruebe el acoso. Olivares explica que eso no significa que no haya existido discriminación en algunos de eso casos, solo que no existen suficientes evidencias.
Algunos de estos incidentes, relatados a Univision Noticias por sus lectores, tuvieron lugar en los meses inmediatamente anteriores y posteriores a la elección de Donald Trump. Durante el período de la campaña electoral de 2016, se experimentó un aumento considerable de las denuncias por discriminación ante EEOC, según un análisis de los datos de la agencia de Univision Noticias.

Entre los años fiscales 2010 y 2017. En %.
Afroamericanos
Asiáticos
35
4.9%
5.8%
(2016)
(2016)
0
-35
2010
2017
2010
2017
Hawaianos o de
las islas del Pacífico
Blancos
26%
35
7.2%
(2016)
(2016)
0
-35
2010
2017
2010
2017
Multirraciales
Hispanos
15%
35
5.2%
(2016)
(2016)
0
-35
2010
2017
2010
2017
Nativos americanos
35
4.0%
(2016)
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2017

Entre los años fiscales 2010 y 2017. En porcentaje.
Afroamericanos
Asiáticos
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4.9%
5.8%
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Hawaianos o de
las islas del Pacífico
Blancos
26%
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Multirraciales
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Nativos americanos
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Entre los años fiscales 2010 y 2017. En porcentaje.
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Entre los años fiscales 2010 y 2017. En porcentaje.
Hawaianos o de
las islas del Pacífico
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Los casos que involucraban a hispanos crecieron un 5% respecto a 2015, aunque las denuncias por discriminación a mexicanos descendieron levemente en ese mismo período de tiempo.

Entre los años fiscales 2009 y 2017.
4,500
3,383
(2016)
Hispanos
2,500
1,173
Mexicanos
(2016)
0
2009
2011
2013
2015
2017
Hispanos
Desde 2010, las denuncias de hostigamiento a hispanos habían disminuido. En 2016 hubo un repunte.
Mexicanos
Desde 2011, los casos de discriminación a mexicanos se redujeron levemente.

Entre los años fiscales 2009 y 2017.
4,500
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Hispanos
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Desde 2010, las denuncias de hostigamiento a hispanos habían disminuido. En 2016 hubo un repunte.
Mexicanos
Desde 2011, los casos de discriminación a mexicanos se redujeron levemente.

Entre los años fiscales 2009 y 2017.
4,500
Hispanos
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Desde 2010, las denuncias de hostigamiento a hispanos habían disminuido. En 2016 hubo un repunte.
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Hispanos
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Mexicanos
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Desde 2011, los casos de discriminación a mexicanos se redujeron levemente.
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Entre los años fiscales 2009 y 2017.
4,500
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Desde 2010, las denuncias de hostigamiento a hispanos habían disminuido. En 2016 hubo un repunte.
(2016)
Hispanos
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Desde 2011, los casos de discriminación a mexicanos se redujeron levemente.
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Este pico de finales del año fiscal 2016, que algunos expertos han atribuido a la retórica electoral de Donald Trump, también se reflejó en la base de datos de crímenes de odio del FBI de ese año, la única (e incompleta) estadística sobre estos episodios que existe a nivel nacional. Mientras que tradicionalmente este tipo de delitos suele remitir en el último trimestre del año, en 2016, coincidiendo con los meses más intensos de la campaña y con las elecciones, los crímenes de odio se dispararon en ese periodo por primera vez en los últimos años.
En algunos de los casos relatados por los lectores de Univision Noticias a través de El reporte del odio, los agresores aludieron específicamente a Trump de una forma que resultó intimidante para los empleados.
Así le sucedió a Orlando Medrano, un trabajador mexicano que arreglaba aires acondicionados en Texas Facility Commission, un organismo estatal con sede en Austin. Medrano no se dejó amedrentar por la burocracia y denunció a su exsupervisor Dan Sims ante la EEOC por discriminación. Según relata en la denuncia, su exjefe rutinariamente lo trataba peor que a sus compañeros por ser mexicano y empleaba "epítetos racistas", razón por la que ya fue disciplinado en 2013. En noviembre de 2016, Sims dijo ante todos los trabajadores que era lógico que Trump hubiera ganado las elecciones porque no se podía continuar con un presidente negro.
"Me bajaba la moral", dice Medrano, que abandonó su puesto el pasado abril debido al trato recibido. Hoy este mexicano espera a que la EEOC le expida la right to sue letter, una carta que da el derecho a la víctima a denunciar a su empleador y ha cambiado de trabajo: regenta junto a su esposa un pequeño negocio de artículos religiosos. "Sí reniega uno un poco de la nacionalidad porque dice: 'si yo fuera blanco, si hubiera nacido aquí, las cosas serían mejor'".
Entre los hispanos, su origen no es la única razón por la que son hostigados en el trabajo. Muchos de ellos sufren un doble acoso: después de que una empresa recibe una denuncia por discrimación, los empleados sufren represalias. Paradójicamente estas represalias se han convertido en el principal motivo de denuncia ante la EEOC.
Tras las respresalias, el ser hispano aparece entre los datos oficiales de denuncias como la segunda razón de acoso, a lo que le sigue el hostigamiento a trabajadores con discapacidades.
Contextos de trabajo informales
Los recursos que empleó Medrano para defenderse no sirven cuando los incidentes de odio suceden en contextos de trabajo irregulares, donde los afectados ni siquiera cuentan con un contrato o un departamento de Recursos Humanos en el interponer una queja.
Jorge Rivera, un inmigrante indocumentado que vive en Minneapolis (Minnesota) trabajaba junto a su mujer, estadounidense, limpiando casas por encargo de una mujer que actuaba de intermediaria entre ellos y sus clientes. Cuando empezaron a sufrir "inconsistencias" en los pagos, decidieron romper la relación laboral que los unía con su 'jefa'.
La mujer no se lo tomó bien, según cuenta: "Empezó a acosarme con mensajes y a decirme que, si no regresaba a trabajar, me iba a reportar con la policía, con ICE", cuenta Rivera. La pareja, a quien le debían dos semanas de pagos, acudió a un abogado. Cuando se dieron de que no tenían suficiente dinero para pagar sus servicios, decidieron "dejar a un lado" el incidente. "Nos mudamos, hicimos caso omiso y ahora yo estoy trabajando en un hotel y mi esposa en una compañía de paquetería", cuenta Rivera.
Aunque la EEOC no cuestiona sobre el estatus migratorio para evitar que el procedimiento sea disuasorio para quienes temen la deportación, Olivares dice que la agencia sí requiere evidencia de que el trabajador tiene una relación laboral con la empresa o el particular que denuncia: "Puede ser difícil de probar", admite.
El efecto del odio
En todos estos casos, las pintadas antiinmigrantes, los comentarios racistas o las amenazas de deportación han terminado generando un ambiente de trabajo amenazante y opresivo para los inmigrantes: "Me da miedo", dice Negrete, el obrero de California. "Estando uno en esta situación (indocumentado), nunca se sabe si están bromeando o si van a llevar a cabo lo que dicen" (llamar a ICE).
Noemí Florián, una inmigrante indocumentada que lleva 16 años trabajando en el restaurante del Hotel Sheraton de Greensboro (Carolina del Norte), llora mientras relata el maltrato que, desde hace tres años, dice sufrir por parte de una compañera. Todo empezó con un encontronazo tras el cual la mujer la acusó de hablar mal inglés: 'Esto es América y todos tienen que hablar inglés', le dijo. 'Deberías tener miedo de mí y deberías irte a tu casa', le espetó en otra ocasión.
"Ella puede mandar a llamar a ICE", dice Florián. "Tengo miedo que me busque un problema en mi trabajo. Esta indocumentada ha denunciado en varias ocasiones el comportamiento de su compañera a sus jefes, que le han prometido que arreglarán el problema. Sin embargo, mientras la solución no llega, Florián debe seguir yendo a su trabajo cada día para alimentar a sus tres hijos. "Hoy amanecí nerviosa y con ganas de vomitar", dijo el día de la entrevista con Univision Noticias. "Pero no voy a bajar la cabeza por ser mexicana".
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