Una luna de miel en el infierno: si llegara a la presidencia, Clinton no tendría tregua

Si gana, Clinton tendrá que lidiar con un electorado dividido, un Congreso republicano abiertamente hostil, y un flanco progresista demócrata que no le dará un minuto de respiro.

Hillary Clinton enfrentaría retos únicos en una presidencia, tanto de rivales republicanos como de demócratas progresistas.
Hillary Clinton enfrentaría retos únicos en una presidencia, tanto de rivales republicanos como de demócratas progresistas.
Imagen Justin Sullivan/Getty Images

Si llega a la presidencia, Hillary Clinton no tendrá un momento de tregua.

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Varios expertos pronostican quizás uno de los mandatos más difíciles de los últimos tiempos. No solo se trata del volumen y la dificultad de los problemas que enfrentaría: también tendría que detener ataques de diversos bandos de ambos partidos. Y, además, hacerlo bajo el constante escrutinio de la prensa.

Históricamente odiada

Tanto Clinton como Donald Trump son los candidatos con el menor nivel de aprobación de los últimos tiempos. Y aunque Clinton lleva la delantera en intención de voto, a comienzos de octubre el 62% de los encuestados dijo no confiar en la candidata en un sondeo de Washington Post/ABC. Estos números se han mantenido constantes a través de la elección.

Pero estos no son números normales, algo que queda claro al observar a sus predecesores. En noviembre de 2008, cuando fue electo, Barack Obama gozaba de un 70% de aprobación, que contrasta con el 45% de Clinton y más aún con su 52% de desaprobación, el doble que su compañero de partido.

Es difícil compararse a Obama, quien, como candidato y presidente, ha gozado de un estatus comparable solo con estrellas del pop. Pero incluso su rival republicano de ese tiempo, John McCain, era más popular: contaba con un 57% de aprobación. Antes de eso, George W. Bush cerró su campaña en 2000 con un 58% y Bill Clinton en 1996 obtuvo un 53%.

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Clinton, además, se enfrentaría a un electorado dividido y un país que vivirá las secuelas de una contienda polarizada que desafió y rebajó los estándares cívicos de campañas pasadas. De resultar vencedora, también quedaría abierta la incógnita de qué porcentaje de sus votos eran anti-Trump.

Un seguidor de Trump sostiene una pancarta que lee "Hillary para la Prisión, 2016", el 31 de agosto de 2016 en Phoenix, Arizona.
Un seguidor de Trump sostiene una pancarta que lee "Hillary para la Prisión, 2016", el 31 de agosto de 2016 en Phoenix, Arizona.
Imagen Ralph Freso/Getty Images

Hostilidad republicana

Los republicanos en el Congreso tienen listo todo un arsenal para comenzar a investigar a Clinton desde el primer día, incluso para llevarla a juicio político y anular su presidencia.

Uno de los principales antagonistas de Clinton es el representante republicano de Utah Jason Chaffetz, cabeza del Comité de Vigilancia de la Cámara. Chaffetz dijo a Fox News que solo las acusaciones de quid pro quo en el caso de los emails (un presunto acuerdo entre un cargo del Departamento de Estado y el FBI) "daban para cuatro audiencias", y que eran "una luz roja de alerta de potencial criminalidad".

El representante republicano de Florida John Mica, miembro del Comité de Vigilancia, dijo a Univision Noticias que el Comité había decidido "continuar la investigación" de Clinton esta semana, y que esta ha sido "bloqueada por la gente de Clinton" constantemente.

"Hay personas que han invocado la quinta enmienda (el derecho a no autoincriminarse frente a las autoridades), gente que simplemente no ha aparecido aunque se les han hecho citaciones". De ser cierto, estos individuos, dice Mica, "entrarían en desacato a la ley y esperamos que el Departamento de Justicia aplique la ley".

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Este Comité no es el único grupo en el Congreso que está detrás de Clinton. Desde hace semanas decenas de republicanos en la Cámara de Representantes están demandando que se asigne un fiscal especial para investigar a la Fundación Clinton por posibles conflictos de interés.

El senador por Texas Ted Cruz, antiguo candidato a la nominación republicana, ha llamado a que se haga una "investigación criminal seria" de un video publicado por el activista conservador James O'Keefe en el que se ve un empleado del Partido Demócrata hablando de incitar violencia en eventos de Trump.

Ted Cruz
Ted Cruz
Imagen AP

Otro gran enemigo sería el presidente republicano de la Cámara, Paul Ryan, quien también prometió "un trabajo de vigilancia agresivo desde la Cámara" sobre el presunto quid pro quo entre el FBI y el Departamento de Estado al reclasificar un email en el servidor privado de Clinton.

Pero, además, está la presión conservadora a los que hacen presión desde del Congreso. Un grupo conservador que ya ha llevado demandas contra Hillary y Bill Clinton, Judicial Watch, está presionando a legisladores republicanos a que "lleven a juicio político a Clinton preventivamente".

El intenso desagrado, quizá obsesión, de los republicanos con Clinton no es reciente. Se remonta a tres décadas atrás, cuando Clinton entró a la vida política de la mano de su esposo Bill Clinton, entonces gobernador de Arkansas. Los escándalos sexuales del expresidente empujaron la narrativa de que los Clinton son una pareja de la élite urbana sin valores familiares. La controversia de las inversiones de los Clinton en el proyecto fallido de Whitewater, por su parte, los pintó como unos insiders políticos que se sentían por encima de la ley.

Hillary Clinton (izda) dejó la junta directiva de la fundación cuando anunció su candidatura pero su esposo, Bill (dcha.), y su hija continúan teniendo papeles destacados.
Hillary Clinton (izda) dejó la junta directiva de la fundación cuando anunció su candidatura pero su esposo, Bill (dcha.), y su hija continúan teniendo papeles destacados.
Imagen Getty

Fuego amigo

Es previsible que Clinton reciba presión y críticas de su propio partido. El líder sería su antiguo contrincante por la nominación demócrata, el senador por Vermont Bernie Sanders. Sanders, su organización y sus aliados progresistas en el Congreso van a presionar para que "las personas que escoja en su gabinete no estén compradas por Wall Street, o nada más sean del establishment demócrata", le dijo a Univision Noticias Erika Andiola, directora política de Our Revolution, la organización sin ánimo de lucro de "bienestar social" que lanzó Sanders tras cancelar su candidatura.

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Tanto Sanders como la senadora por Massachussetts Elizabeth Warren están haciendo campaña por Clinton. Sin embargo, una vez electa, "empujarán a Clinton para que cumpla lo que ha prometido y también en lo que no se comprometió, para que sí se cumpla".

Además de empujar legislación para hacer que la matrícula de la universidad sea gratis, subir el salario mínimo a 15 dólares por hora, "antes de que se termine noviembre", según Andiola, estarán observando de cerca qué tipo de liderazgo usaría Clinton para oponerse al TPP, un tratado de libre comercio transpacífico que apoya el presidente Obama, y al que se opone ahora Clinton tras presión de Sanders.

"Que no cometa el mismo error de Obama"

Cómo lidiaría Clinton con el legado de Obama en inmigración es otra pregunta sin respuesta. Andiola, que estuvo involucrada en la reforma migratoria con su administración, dice que al final "hubo otras prioridades, como la reforma de salud".

"Él cedió en muchas cosas a los republicanos, que al final no nos ayudaron", dice Andiola en referencia a la agresiva detención y a la deportación de indocumentados. Con Clinton, "no queremos que le empiece a dar todo a los republicanos como lo hizo Obama en sus primeros 100 días", añade.

Además, planean hacer boicots a las compañías que consideren que tengan influencia desmedida en la política, como grandes farmacéuticas o petroleras. O protestar frente a la Casa Blanca, entre otras tácticas todavía por definirse, dice Andiola.

Imagen AP

Escrutinio de la prensa

Por si todo esto no fuera suficiente, Clinton tendría que lidiar con todos estos frentes bajo la lupa de una prensa escéptica que le pedirá absoluta transparencia. La demócrata ha cultivado fama de ser reservada al punto de parecer engañosa. El polémico uso de un servidor privado de email o su negativa a ofrecer conferencias de prensa durante 270 días durante la campaña son síntomas de esta actitud, que le costó críticas y levantó dudas sobre la transparencia de una hipotética presidencia.

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Estas son las sombras que perseguirían a Clinton hasta la presidencia: falta de transparencia, acusaciones de corrupción, dudosas credenciales progresistas. Ahora, desde la oficina más alta de gobierno, los republicanos, los demócratas y la prensa la enfrentarán con todo a su disposición.

No olvides que, a través de Univision, puedes ver los resultados en vivo de las elecciones presidenciales el próximo martes 8 de noviembre.

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