Estudio: si EEUU quiere superar la desigualdad debe invertir en mejorar sus vecindarios pobres

Mejorar los lugares donde nacemos y crecemos tendría una influencia profunda en nuestra capacidad de subir la escalera económica.

Un vecindario de Pensacola, en Florida. El estudio demuestra que es muy difícil que un barrio pobre mejore sus condiciones.
Un vecindario de Pensacola, en Florida. El estudio demuestra que es muy difícil que un barrio pobre mejore sus condiciones.
Imagen Spencer Platt/Getty Images

Toda una serie de factores han sido citados como las causas de la creciente desigualdad económica en Estados Unidos, desde el capitalismo clientelista hasta la globalización y la nueva tecnología que hicieron que desaparecieran empleos que pagaban bien. Pero según un estudio reciente, el verdadero culpable de la brecha creciente entre los ricos y los pobres se puede rastrear a los vecindarios en que nacimos y nos criamos.

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El estudio expande sobre el trabajo crucial continuo del sociólogo Robert J. Sampson de la Universidad Harvard y se incluye en un reporte más grande sobre la movilidad económica de la Reserva Federal de San Luis. Examina el aumento en la desigualdad entre vecindarios y su efecto en la movilidad económica de los estadounidenses. El estudio planteó dos preguntas básicas: “¿qué tan móviles son los barrios? y “qué tan móviles son los individuos a lo largo de tipos de ingresos de vecindarios?” Se basa en datos censales de barrios a lo largo de Estados Unidos desde 1990 a 2012 y en datos aun más detallados del Mixed-Income Project (Proyecto de Ingresos Mixtos) de 2014. Su propósito fue rastrear los efectos de la ubicación de vecindarios en las trayectorias de vida de personas en dos de las ciudades más grandes de EEUU: Chicago y Los Ángeles.

La investigación examina y compara dos medidas clave del estatus de ingreso en vecindarios —ingreso familiar medio y “el grado de exposición mutua de personas y bajos ingresos y altos ingresos”— para secciones censales o vecindarios en estas dos ciudades.

La pobreza en los vecindarios persiste a lo largo del tiempo

Primero que nada, la pobreza en vecindarios es tercamente persistente a lo largo del tiempo. En todo el país, aproximadamente un 80% de los barrios pobres en 1990 se mantuvieron así en 2000 y un 75% de los barrios pobres en 2000 se mantuvieron así en 2012. En Chicago y Los Ángeles prácticamente ninguno de los vecindarios ascendieron del quinto inferior al quinto superior de distribución de ingreso. Sólo un 5% de los barrios de alta pobreza en Chicago lograron mejorar para llegar a los dos quintiles principales y sólo un 2% de los vecindarios de Los Ángeles lograron ese cambio de quintiles. La realidad cruel es que la pobreza es persistente y que los vecindarios en el fondo de la escala económica funcionan más o menos como trampas de pobreza.

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Existe una persistencia parecida de riqueza en la cima de la escala económica. Muy pocos vecindarios ricos cayeron marcadamente en los estratos económicos. A lo largo de EEUU un 80% de barrios ricos en 1990 se mantuvieron así dos décadas después. En Los Ángeles un 87% de los vecindarios acaudalados en 2000 se mantuvieron así en 2010 y en Chicago el porcentaje fue de un 77%.

Las políticas públicas no solo deberían orientarse a hacia las personas, sino también a mejorar los lugares donde viven. En la foto, un descuidado vecindario en Nueva Jersey.
Las políticas públicas no solo deberían orientarse a hacia las personas, sino también a mejorar los lugares donde viven. En la foto, un descuidado vecindario en Nueva Jersey.
Imagen John Moore/Getty Images

Sampson encuentra pocas pruebas de que la gentrificación haya hecho mucho impacto en la pobreza persistente: menos de un 3% de vecindarios estadounidenses en las dos categorías más inferiores de ingreso durante las décadas del 90 y de 2000 aumentaron por encima del percentil sexagésimo. Y una cantidad relativamente pequeña (50,000 barrios) ascendieron desde el nivel de abajo hasta el de arriba.

“Estos hallazgos van en contra de la idea de que la desigualdad es de alguna manera reciente a nivel del vecindario o de que los vecindarios se han reposicionado radicalmente”, dice Sampson. “Tal como la movilidad individual de ingresos ha sido bastante baja durante algún tiempo, las probabilidades de mejorías a nivel de vecindario son relativamente bajas y la desigualdad persistente en vecindarios ha existido durante décadas”.

La conclusión es que Estados Unidos sufre de desigualdad en vecindarios de “extremos concentrados” que persisten durante períodos largos de tiempo. En ambas ciudades, un 90% de individuos que se criaron en un vecindario rico se mantuvieron en o cerca de la cima. Por su parte, menos de un 10% de los que empezaron en barrios pobres pudieron ascender a estos puestos pudientes en la escala económica.

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Esto es así a pesar de cambios profundos en nuestra economía y sociedad que abarcan la Gran Recesión, la desigualdad creciente y una disminución considerable en el crimen urbano. “Los hechos en cuanto a la movilidad individual de ingresos son clave, por supuesto, pero sólo cuentan la mitad de la historia”, escribe Sampson. “La otra mitad corresponde a las posibilidades de cambio en la comunidad de residencia de uno: los individuos nacen en, se crían en y llegan a la adultez en vecindarios que también son sumamente desiguales”.

Un hallazgo más positivo de Sampson consiste en pruebas de alguna movilidad o “fluidez” entre los vecindarios de clase media. En este aspecto tanto Chicago como Los Ángeles tuvieron mejores resultados que el promedio nacional. Dicho eso, un 37% de los barrios de Chicago y un 47% de los barrios de Los Ángeles se mantuvieron en el grupo de ingreso medio a lo largo de dos décadas. Sin embargo, el investigador nota que los vecindarios de ingresos medios se han vuelto cada vez más vulnerables a lo largo del tiempo y el medio de la geografía de vecindarios en EEUU que alguna vez fue vibrante esencialmente ha sido ahuecado. O sea, la desigualdad en vecindarios de EEUU se define por la yuxtaposición de desventaja concentrada y ventaja concentrada en los extremos, sumada a una mayor precariedad en la clase media.

La raza moldea ventajas y desventajas económicas en los vecindarios

La raza desempeña un papel enorme en la desigualdad en vecindarios, según Sampson. A pesar de pronósticos del papel descendiente de raza y el auge de una sociedad posracial, Sampson también encuentra que la pobreza y desigualdad en vecindarios están inextricablemente vinculados con la raza. Para llegar a esta conclusión, examina la relación entre el ingreso de un vecindario y la raza o grupo étnico a lo largo de tiempo. Toma en cuenta factores como generación de inmigración, educación, empleo, ingreso familiar, tamaño de familia, la propiedad de viviendas y el estado civil. Encuentra que hay una ventaja económica clara para los vecindarios blancos y una penalidad económica para vecindarios negros.

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Los afroestadounidenses en Chicago terminaron con un ingreso medio de casi 19,000 dólares menos que el de los blancos y un ingreso medio unos 8,000 dólares menor que los de los blancos en Los Ángeles, después de tomar en cuenta los ingresos base de los vecindarios. “El privilegio de los blancos en cuanto al estatus del vecindario se mantiene después de tomar en cuenta las características clásicas relacionadas con la movilidad como los antecedentes individuales, movilidad residencial y los macroefectos de la Gran Recesión”, señala Sampson. Los vecindarios de negros son expuestos a mayor pobreza, mayor desempleo y más crimen y desorden que los barrios blancos. Al final, la “desigualdad racial en la exposición a los ambientes de vecindarios de bajos ingresos es tan fuerte que los afroamericanos de altos ingresos son expuestos a más pobreza en vecindarios que los blancos de bajos ingresos”.

Las políticas sobre la pobreza pueden ser ‘orientadas hacia personas’ y ‘orientadas hacia lugares’

Sampson también examina detenidamente a lo que puede hacer para remediar la desigualdad en los vecindarios de EEUU. Divide nuestro enfoque actual en cuanto a la pobreza en dos opciones. De un lado están las políticas ‘ orientadas hacia las personas’ —favorecidas por muchos economistas— cuya meta es sacar a personas (particularmente jóvenes) de lugares desfavorecidos y reubicarlos en vecindarios con mejores escuelas y servicios públicos. Un estudio reciente encontró que estas estrategias orientadas hacia las personas pueden funcionar: los hijos de familias que usaron vouchers para mudarse de vecindarios de alta pobreza a barrios de baja pobreza tuvieron ganancias más altas cuando llegaron a la adultez, si bien este efecto era mucho mayor para niños que se mudaron a una edad muy temprana. Del otro lado están políticas ‘orientadas hacia lugares’, que tratan de levantar a los vecindarios desfavorecidos para hacerlos mejores y más fuertes.

De acuerdo al estudio, solo unos pocos vecindarios son víctimas de gentrificación en EEUU. En la foto, Dumbo, en Brooklyn, Nueva York.
De acuerdo al estudio, solo unos pocos vecindarios son víctimas de gentrificación en EEUU. En la foto, Dumbo, en Brooklyn, Nueva York.
Imagen Drew Angerer/Getty Images

Sampson argumenta que se necesita implementar ambos y yo estoy de acuerdo. La solución a corto plazo sería expandir las políticas existentes orientadas hacia las personas, las cuales permitirían a niños talentosos a evitar los efectos negativos de sus vecindarios antiguos. La estrategia a largo plazo sería apoyar inversiones más considerables para mejorar vecindarios desfavorecidos. “Aparentemente, lo que los residentes más quieren no es mudarse, sino simplemente que se revitalicen sus comunidades”, dice Sampson.

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Para hacer esto posible, Sampson argumenta a favor de lo que Patrick Sharkey de la Universidad de Nueva York ha denominado ‘inversiones duraderas’ en vecindarios, es decir, intervenciones a gran escala en la educación, la salud, el empleo, la reducción de crimen, servicios sociales para la comunidad y toda la gama de estrategias requeridas para combatir el legado largo de desventajas persistentes en estos lugares. Sampson ofrece un argumento particularmente fuerte para lo que él denomina ‘discriminación positiva para vecindarios’, la cual implicaría elementos como asistencia financiera o tasas tributarias reducidas para residentes en áreas que sean pobres o históricamente desfavorecidas.

Aunque hace mucho tiempo se ha considerado a Estados Unidos el país de la oportunidad, la oportunidad no ha sido igual por un buen rato, si es que lo haya sido en cualquier momento. A medida que la clase media ha ido decayendo en nuestras ciudades, la desigualdad ya es un elemento fundamental de nuestra geografía cada vez más dividida. “La importancia de diferencias en vecindarios ha persistido a lo largo de escalas grandes de tiempo y épocas históricas”, concluye Sampson. “Los arreglos espaciales constituyen una dimensión organizadores fundamental de la desigualdad social”. En otras palabras, adonde llegamos en la vida mayormente depende de donde nacimos.


Este artículo fue publicado originalmente en inglés en CityLab.com.

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