Cómo el proteccionismo de la Casa Blanca está agravando la crisis de vivienda en EEUU

A medida que empeora la crisis nacional en cuanto a la asequibilidad de la vivienda, el gobierno de Trump está avanzando con la adopción de aranceles sobre acero y aluminio. Esta medida vino después de que nuevos aranceles fueran aplicados a la madera canadiense a finales del año pasado junto con la aplicación de leyes más severas con respecto a los trabajadores inmigrantes de México y Centroamérica, quienes son esenciales para la industria. El efecto combinado de todo esto podría significar alquileres más altos y viviendas más caras durante los próximos años.
A principios de este mes, la administración señaló que aumentaría los aranceles sobre el acero importado a un 25% y los aranceles sobre el aluminio a un 10%. Si bien el objetivo es revitalizar en algo a la industria del acero en EEUU —la cual emplea sólo a 143,000 trabajadores, muchos aglomerados en los estados del centro— el Wall Street Journal y otros han señalado que al final estos aranceles podrían afectar a los empleados en las industrias que consumen el acero.
Trump ha eximido a México y a Canadá de estos aranceles, pero estos países sólo representan el 25.61% de todas las importaciones de acero que llegan a EEUU. La industria de la construcción es una de las que será golpeada más fuertemente por estos aranceles, lo cual podría significar malas noticias para los inquilinos y los potenciales dueños. A medida que el suministro de nuevas casas sigue quedándose corto con respecto a la demanda, esto podría conducir a mayor presión en los alquileres y en los precios de las vivienda.
Casi la mitad de todo el acero importado a EEUU se usa en la construcción, con un porcentaje alto de ese acero siendo utilizado en la vivienda multifamiliar. Aunque la construcción con estructuras de madera es cada vez más común para los edificios de departamentos de hasta cinco pisos, las estructuras más altas que se necesitan en mercados como San Francisco, Nueva York y Austin dependen totalmente del acceso al acero. Según un estudio publicado por Trade Partnership (Sociedad Comercial) a principios de este mes, los aranceles propuestos sobre el acero podrían conducir a la pérdida de 28,000 empleos en la industria de la construcción.
Eso se traduce en muchas viviendas que no serán construidas, y los proyectos de vivienda asequible —los cuales ya operan con márgenes finos— serán los primeros en ser eliminados. Aunque las exenciones de los aranceles quizás ofrezcan esperanza, la volatilidad de los precios durante el corto plazo aún podría cancelar muchos proyectos grandes en los que la certidumbre con respecto a precios resulta crucial para los inversionistas.
Este nuevo arancel ha llegado justo después de otras iniciativas recientes que dañaron a la nueva construcción de vivienda. En abril 2017, la administración Trump impuso un arancel de 20.83% en la madera canadiense para beneficiar a los votantes políticamente valiosos de Maine. Dentro de la industria de construcción, esta madera importada comúnmente se convierte en estructuras que se usan para construir casas unifamiliares y pequeños edificios multifamiliares. Tal como Jen Skerritt señaló a principios de este mes en Bloomberg Businessweek, Canadá es la fuente principal de madera para estas estructuras… y los precios que resulten de los nuevos aranceles harán que los constructores busquen maneras de reducir costos. Una alternativa es cambiar a materiales tales como acero o concreto, pero los aranceles impuestos este mes eliminan la primera alternativa.
Al mismo tiempo en que los nuevos aranceles están aumentando el costo de los materiales de construcción, el gobierno también está aplicando mano dura a quienes construyen: los albañiles. Un estudio de la National Bureau of Economic Research encontró que más de 1.1 millones de inmigrantes indocumentados —muchos de ellos capacitados en oficios esenciales como montar estructuras— trabajan en la industria de construcción. Aunque la industria ya enfrenta una escasez laboral grande, la administración se está decantando por la deportación de muchos de estos trabajadores inmigrantes y persiguiendo a los constructores de casa que los emplean. Según la National Association of Home Builders (Asociación Nacional de Constructores de Casa), el resultado de esto es que las oportunidades laborales, particularmente en los estados fronterizos con una alta demanda de vivienda tales como California y Texas, están decayendo. Dado que la mano de obra constituye una parte tan considerable del costo de construir casas y departamentos, estas escaseces se traducirán en alquileres y costos de vivienda más altos.
Todo esto está ocurriendo en el peor momento posible para los inquilinos y los compradores potenciales de casas. Los alquileres están subiendo a lo largo del país y las unidades asequibles están desapareciendo. Las maneras tradicionales de construir nuevas unidades asequibles también se están descomponiendo. Después de la reforma tributaria, el valor de los créditos fiscales para construir viviendas para personas de bajos ingresos —los cuales subvencionan la construcción de nuevas unidades asequibles— se está desplomando. Los esfuerzos locales para presionar a las inmobiliarias a construir nuevas unidades asequibles mediante la zonificación inclusiva en ciudades como Portland también han resultado ser una gran decepción.
A medida que la vida se pone más dura para los inquilinos, las tasas de hipotecas están aumentando, lo cual hace que sea más difícil que los inquilinos se vuelvan dueños de casa. Hay muchas razones por las que la vivienda es cara —entre ellas regulaciones sobre el uso de tierra que son demasiado restrictivas—, pero introducir aranceles y endurecer la postura contra los trabajadores inmigrantes sólo empeorarán la crisis.
La Casa Blanca quizás esté tratando de ayudar a una pequeña cantidad de trabajadores en las industrias del acero y la madera, pero este tipo de proteccionismo podría terminar dañándolos… y a muchos otros también. Lo que Trump quiere ver es que se vuelvan a abrir las siderurgias y que un puñado de trabajadores despedidos regresen a sus empleos.
Las que pasan desapercibidas son las millones de familias que pagarán alquileres más altos, las casas y departamentos que no serán construidos y los estadounidenses que no podrán solventar una mudanza a otras ciudades más asequibles.
Este artículo fue originalmente publicado en inglés en CityLab.com