El gobierno de Joe Biden está aconsejando a los estadounidenses que se encuentran en Haití salir de la isla ahora, al explicar que Washington podría no tener la capacidad de ayudarles a partir si las líneas aéreas comerciales suspenden sus vuelos.
EEUU insta a sus ciudadanos a salir de Haití en medio de una creciente anarquía
La vida cotidiana en Haití está casi paralizada, las calles están desiertas, las escuelas y los negocios cerrados. Los residentes viven atemorizados por las bandas que bloquean las terminales de combustible y llevan a cabo secuestros masivos.


A finales de la semana pasada, el Departamento de Estado advirtió que la situación de seguridad en el país se estaba deteriorando.
" Los secuestros están muy extendidos y entre las víctimas se encuentran regularmente ciudadanos estadounidenses", alertan.
Canadá también está retirando a todo el personal no esencial de su embajada en Haití e instando a los viajeros canadienses a abandonar el país por el "rápido deterioro" de la situación en la empobrecida nación caribeña.
¿Quién dirige el país?
Las pandillas controlan amplias zonas de la capital, Puerto Príncipe, y están presentes en otras ciudades, según analistas de seguridad y grupos locales de derechos humanos. Se han hecho tan poderosas que algunos empiezan a cuestionar quién dirige el país, ya que el gobierno parece incapaz de ejercer ninguna autoridad. El país parece no tener rumbo bajo el mando interino de Ariel Henry, quien asumió el poder tras el asesinato en julio del presidente Jovenel Moïse.
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" Ninguno de los actuales actores políticos tiene la autoridad moral, la popularidad y la capacidad para solucionar el problema. La mayoría es parte del problema y son responsables de donde estamos", dijo un empresario del sector privado en un mensaje a su personal esta semana. Compartió el mensaje con Univision bajo la condición de que no se revelara su identidad.
La coalición de pandillas más poderosa del país, el G9 —dirigida por un expolicía conocido como Barbacoa— bloqueó el acceso a la principal terminal de combustible del puerto de la capital, cortando el suministro a las gasolineras y a los negocios que dependen de los generadores.
Esa pandilla está chantajeando al gobierno, exigiendo dinero y la dimisión de Henry a cambio de liberar el combustible. También controla las principales carreteras de entrada y salida de la capital hacia el norte y el sur, aislando a la ciudad de las provincias.
"Una ciudad sitiada"
Puerto Príncipe es como "una ciudad sitiada", informó una emisora de radio local esta semana. Las calles están casi desiertas y se oyen disparos en algunos barrios controlados por las pandillas.
La mayoría de las escuelas, bancos y otros comercios abren solo tres días a la semana, y los hospitales han tenido que reducir sus operaciones por falta de combustible.

"Los niños en las aulas de las zonas urbanas se están convirtiendo cada vez más en objetivo de robos o rescates", dijo UNICEF en un comunicado en el que advirtió sobre el estado de vulnerabilidad de los niños en el país. "La violencia de las pandillas se está convirtiendo rápidamente en otra razón para que los padres no envíen a sus hijos a las escuelas", añadió.
La crisis actual es la peor que ha sufrido el país desde la década de 1990, tras el golpe militar de 1991 que derrocó al presidente haitiano Jean-Bertrand Aristide, según los analistas. Durante los tres años siguientes, hasta que Aristide fue restaurado en el poder en 1994, Haití vivió bajo el terror del gobierno militar, con abusos generalizados de los derechos humanos, así como con aplastantes sanciones económicas internacionales.
Escasez de combustible
La escasez de combustible está afectando también el funcionamiento de los medios de comunicación locales en Haití, ya que varias empresas no pueden emitir su programación completa. El principal periódico, Le Nouvelliste, ha dejado de producir su versión en papel.
El viernes se anunció una tregua que supuso un atisbo de esperanza.
Para eludir a las pandillas, el sector privado está transportando el combustible en barcazas a otros puertos y distribuyéndolo desde allí, incluso abasteciendo a servicios gubernamentales claves, como el aeropuerto y la embajada de Estados Unidos.
"¡La situación en Haití como resultado de la crisis del combustible es desastrosa!", tuiteó Maarten Boute, director general de Digicel Haití, la principal compañía de telefonía móvil. "La red eléctrica quedó totalmente fuera de servicio a mediados de la semana pasada. El suministro de agua para grandes partes de [Puerto Príncipe] es imposible debido a la falta de diésel para las bombas. La mayoría de las fábricas de alimentos están cerradas. Los hospitales han cerrado. El transporte está parado".
Solo entre 2% y 40% de los haitianos tiene acceso a la electricidad a través de la compañía eléctrica estatal, EDH ( La Electricidad de Haití), e incluso así, nadie recibe un servicio eléctrico fiable de forma regular y diaria.
Según un estudio de la Universidad de Boston, EDH solo cuenta con 240,000 clientes, en un país con una población de unos 11 millones de personas. "El uso per cápita de electricidad en Haití es el más bajo del Caribe, y uno de los más bajos del mundo. En comparación, representa solo 2% de los niveles per cápita de la vecina República Dominicana", informó.
Casi un mes después de que un grupo de 17 misioneros estadounidenses y canadienses fueran secuestrados en las afueras de la capital, las negociaciones para liberar a los rehenes se prolongan. Los secuestradores han exigido un millón de dólares por cada rehén, según las autoridades haitianas.
El miércoles, unos hombres armados detuvieron un autobús que transportaba a 52 personas cerca de la capital, mataron a un policía que viajaba a bordo y retuvieron a un número indeterminado de personas como rehenes. Los rehenes fueron liberados el jueves tras pasar la noche retenidos.
Además del asesinato de su presidente en julio, Haití aún se tambalea tras el enorme terremoto que sacudió el sureste del país en agosto, causando la muerte de unas 2,200 personas y destruyendo miles de hogares, escuelas e iglesias.
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Estados Unidos está proporcionando ayuda financiera a Haití, pero Joe Biden ha descartado cualquier intervención militar para ayudar a restablecer el orden.
Visas H-2
Esta semana, Estados Unidos anunció que restablecía a los haitianos como elegibles para el trabajo temporal y estacional en virtud de dos programas federales de trabajadores invitados, tres años después de que el país fuera expulsado por la administración Trump. Los programas de visados para trabajadores invitados H-2A y H-2B permiten a los trabajadores de hoteles y a los trabajadores agrícolas solicitar trabajos temporales en Estados Unidos, ofreciendo salarios con los que la mayoría de los haitianos solo puede soñar.
El gobierno de Biden se ha enfrentado a fuertes críticas por su política de inmigración hacia los haitianos y su no intervención en Haití. En los últimos meses, Estados Unidos ha deportado a 8,000 solicitantes de asilo haitianos que intentaron cruzar por la frontera sur con la esperanza de escapar de la pobreza, la violencia de las bandas y la inestabilidad política. Otros 8,000 individuos cruzaron "voluntariamente" hacia México, según el Departamento de Seguridad Nacional.

¿I
ntervención internacional?
Después de abandonar Irak y Afganistán, los funcionarios estadounidenses se han mostrado reacios a intervenir de nuevo en el extranjero, sobre todo después de que los esfuerzos anteriores de Estados Unidos y las Naciones Unidas no consiguieran una estabilidad a largo plazo ni una apariencia de democracia.
Los críticos dicen que Estados Unidos y la comunidad internacional tienen la obligación moral de intervenir para ayudar a Haití. " Es irresponsable no hacerlo", dijo Pierre Esperance, un destacado defensor de los derechos humanos. "Han contribuido a la destrucción del país y ahora simplemente se alejan. Es una vergüenza", agregó.
Otros dicen que tal vez es hora de que Haití se haga cargo de sus propios problemas. "Al final, solo los haitianos pueden arreglarse a sí mismos. Tienen que salir adelante", dijo el empresario del sector privado que pidió el anonimato.
"Habrá dolor, habrá sangre. Pero debemos ser adultos en algún momento de nuestra historia", agregó.
Cuando se le preguntó sobre los llamamientos a una intervención de Estados Unidos o el apoyo a una misión de mantenimiento de la paz de la ONU, el principal diplomático de Estados Unidos en Haití, Kenneth Merten, dijo la semana pasada: "No queremos que nos acusen de entrometidos".
Pero muchos se preguntan si Haití tiene la capacidad política o los medios para resolver sus problemas por sí solo.
"Así que... finalmente estamos solos, enfrentándonos a nuestros demonios. ¿A qué esperamos?", escribió Boute en Twitter esta semana.
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